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Fernando Báez: Del por algo habrá sido al ¿por qué fue?

— Lucrecia Faccioli

DOMINGO 26 DE ENERO DE 2020

El asesinato de Fernando Báez Sosa nos interpela como sociedad, nos confronta con la peor expresión de la condición humana: la imposibilidad de considerar al otro, otra, la otredad como diferentes, como diferencia, con derechos, con dignidad. El sistema de relaciones de opresión y de dominación que ha construido el patriarcado capitalista tiene mucho que ver en esta incapacidad para aceptar al diferente desde una posición ética.

Tomas Hodgers, jugador de rugby en el club Atlético del Rosario, en un acto de reconocimiento y de autocrítica publica una reflexión en las redes:
«Nadie se hizo cargo ni pidió perdón. Pero sí, fuimos nosotros, los que habitamos el diminuto mundo del rugby, los que formamos a diez desquiciados que mataron con saña y odio a un pendejo indefenso”, dice “nosotros nos creemos el ejemplo y nos creemos moral y físicamente superiores al resto. Es por este narcisismo colectivo, por este convencimiento ficticio que tenemos de nosotros mismos”, acá está muy clara la vinculación con el machismo, esta condición de creerse superior, no surge de la nada, tiene que ver con la construcción de la imagen hegemónica del varón superior, poderoso, heterosexual, con privilegios de clase que no puede coexistir con otrxs diferentes. Por lo tanto, quien no encaja en esa pertenencia como es un pibe paraguayo, morocho, sin poder económico merece ser violentado, humillado, asesinado.

No me atrevería a decir que es el rugby como deporte en sí mismo quien tiene la responsabilidad de esta construcción, porque también, manifiesta Ramiro Bisa, (periódico digital pausa)  que en el waterpolo, se realizan bautismos humillantes, él a los 11 años por miedo desiste de viajar a su primer torneo, para evitar  el rito de iniciación: “… Durante el viaje en el colectivo, tus compañeros ante la atenta mirada de los adultos mayores responsables (entrenadores y algún padre) arman un “pasillo” por el que el “iniciado” tiene que pasar caminando, desnudo o en ropa interior y soportar los golpes, los manoseos, los engrudos, lo que te metan en el culo y, además, que te corten el pelo a tijeretazos improvisados mientras vos pasás por el pasillo. No está permitido correr, llorar, putear, quejarse ni nada que pueda hacerte quedar como un cagón, puto o marica. Y si no te la bancás no sos digno de pertenecer. ¿Saben por qué? Por puto, cagón y marica. Por no ser macho y bancársela. Todos los que ahí estaban se la habían bancado y eso ahora les otorgaba el derecho a humillar.”

Estos ritos de iniciación abusivos, violentos, que  ratifican la pertenencia y condición  de machos, este tener que soportar pasar por semejante situaciones para estar a la altura de lo que se espera de un macho,  provoca un gran sufrimiento, que durante tantísimos años ha estado naturalizado, invisibilizado, silenciado, por tener que cumplir con los mandatos culturales de la masculinidad. Por todo esto y más, es urgente y necesaria la Educación Sexual Integral (ESI) en todos los niveles del sistema educativo y la implementación de la ley Micalea  de formación en género en todos los poderes del Estado.

Además de haber asesinado a Fernando, culparon a un inocente, todo parecería indicar que Pablo Ventura no participó del hecho, que ni siquiera estaba en Villa Gesell. En el momento de su liberación se tapaba la cara con mucha vergüenza y su padre lo instaba a que hable frente a la avidez de los micrófonos que lo interpelaban insistentemente. Tan naturalizada está la violencia, que frente a la confesión de que cada vez que pasaba algo, ese grupo lo culpaba a Pablo, el propio padre los disculpa diciendo que era una picardía que hacían siempre, sin  poder advertir el bullying, la burla y el acoso que eso significaba para Pablo.

Claramente, así como la reproducción del machismo no solo la realizan algunos  varones, sino  también algunas mujeres, las víctimas del machismo no son solo mujeres, sino también los varones, otras identidades sexuales y toda persona que no responda a los estereotipos.  Para deconstruir esta idea de superioridad de un sector sobre otro, necesitamos de  políticas integrales de prevención y atención de las violencias, de herramientas de inclusión y del fortalecimiento de la igualdad de género.

 El crimen es el descarte total del otrx, pero hay muchas instancias previas de agresiones, de abuso, humillación, formas de relacionarse en las familias, en las escuelas, en las instituciones, en los clubes que merecen ser reseteadas, hay que desaprender la violencia  por la dignidad humana y el buen vivir.

La ESI es una herramienta fundamental para  que circule otra manera de considerar el cuidado de la persona en su integralidad, como sujeto de derechos afianzando el principio de que el cuerpo  es mío y  merece ser respetado, atendido, asistido, que no puede ser tocado ni vulnerado, lamentablemente en estos últimos cuatro años en el ámbito nacional se paralizaron las capacitaciones masivas y la impresión de materiales pedagógicos tendientes a frenar la reproducción de masculinidades violentas.-

Para finalizar y volviendo al caso, uno de los pibes imputados refiere en un audio “salimos a divertirnos y la vida nos jugó una mala pasada”,  o sea cero registro de la responsabilidad, hay mucho que trabajar desde el Estado con políticas públicas para construir una sociedad inclusiva y para que la práctica de deportes se ubique en un lugar saludable y no mortificante.

*Lucrecia Faccioli, abogada feminista. Trabajadora de Salud Mental. Militante área de Género y diversidad de CTA- Santa Fe. Integrante de la Alianza de Abogadxs por los Derechos de las Mujeres.

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