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Jujuy, La Rioja y Misiones con todo el país compartieron la pasión nacional por el Superclásico mientras atravesaban las respectivas elecciones para autoridades provinciales, empezando por los gobernadores. Triunfaron los tres oficialismos.Los pronósticos previos acertaron. Con resultados puestos, en el diario del lunes puede anotarse que la decisión de los gobiernos locales de adelantar mucho las elecciones salió bien, “garpó”...
Los tres distritos sumados totalizan algo así como el 5 por ciento del padrón nacional que supera los 35 millones de potenciales votantes. Un dato adicional para no engolosinarse con extrapolaciones. Esto asumido, las dos primeras tandas de votaciones en provincias insinúan electorados no enfurecidos, no antipolíticos, sin clamar que se vayan todos. En ninguna de las cinco provincias se husmeó un “clima 2001”. No hay motivo alguno para proyectar a nivel nacional esa conclusión temprana o quizás hasta prematura. Pero sí anotar que los estados de ánimo no son unánimes en el vasto territorio patrio ni todos estridentes. Parece, va pareciendo que los mandatarios locales no concitan tanto rechazo, furia o frustración como los nacionales. Que cada provincia es un pequeño cosmos, cuya lógica debe conocerse y (como escribía el politólogo Jorge Luis Borges) saludar las diferencias.
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Morales quiere más: El gobernador Gerardo Morales rompió una larga hegemonía del peronismo en Jujuy en 2015, fue reelegido en 2019 y ahora deja lugar al correligionario Carlos Sadir. Morales se presentó como primer candidato para la Constituyente provincial que lleva su sello. Enhebrará doce años relegando al justicialismo. Son bastantes aunque es el oficialismo más reciente de los tres que prevalecieron ayer.
Dos temas nacionales definen la trayectoria de Morales. El primero es el encarcelamiento iniciático de la líder social Milagro Sala sin que mediaran condenas, ni siquiera proceso en su contra. Morales se jacta de haber combatido él la corrupción de ese modo, exótica manera de ejercer la división de poderes. Sala es una presa política, sin duda, y sus condenas una de las mayores ruindades cometidas por los jueces argentinos. Los jujeños en primer lugar, la Corte Suprema nacional luego.
El otro punto es la ambición presidencial del gobernador refrendado en sus pagos. Por ahora, insiste en que quiere competir en las Primarias Abiertas (PASO) contra los cofrades del PRO. Estos piensan que es más espuma que consistencia, que los números desairarían a Morales tal como le ocurrió a Ernesto Sanz en 2015.
El éxito oxigena, da ínfulas. El Jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta sigue teniéndolo “in pectore” como precandidato a vicepresidente en su fórmula. Ayer voló a felicitarlo. También se costeó el senador Martín Lousteau, que sueña sacar tajada de las divisiones asombrosas del PRO porteño y desplazarlo de la Ciudad Autónoma, su baluarte y trampolín nacional. Falta más de un mes para el cierre de listas, nada está sellado.
El Frente de Izquierda (FIT-U) quedó tercero, imaginaba disputar por el segundo puesto... Sus dirigentes y militantes incuban más esperanzas para las elecciones nacionales.
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La goleada prevista: Hugo Passalacqua regresa a gobernar Misiones, por el FRC. Lo había hecho entre 2015 y 2019. Con escrutinio incompleto (se dice por última vez) lo apoyó una mayoría del orden del 70 por ciento triplicando al candidato de Juntos por el Cambio. La legitimidad ratifica las expectativas más optimistas del oficialismo local que acollara varios mandatos seguidos. Misiones es la más poblada de las provincias que venimos reseñando. Ayer podía votar casi un millón de personas.
El oficialismo misionero llevó como galardón de campaña, revalidado por lo visto, una eficaz política sanitaria durante la pandemia. En materia económica se consiguió que Nación incorporara al “dólar agro” el té y la yerba mate, dos productos fundamentales de la economía regional. Mucho se debe, chimentan los baqueanos, a la histórica buena relación de Carlos Rovira (figura central del FRC) con el ministro Sergio Massa. Se está conformando la zona aduanera especial, una demanda provincial añeja. Se reabrió el puerto de Posadas luego de 30 años. El FRC conserva la intendencia de la mencionada capital. También comanda casi todos los 78 municipios que renovaron autoridades.
Con la destreza típica de los partidos provinciales que dominan sus distritos, el FRC sabe muñequear las relaciones con gobiernos nacionales de distintos signos negociando apoyos generales con medidas propicias para sus terruños. No son jamás opositores cerriles y, si se mueven bien, tampoco se inclinan ante la Casa Rosada si no media alguna contraprestación. Esta lógica, obviaza, es poco percibida por lecturas metropolitanas o unitarias.
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Peronismo sí, Menem no: Ricardo Quintela fue revalidado con comodidad por los riojanos. Juntos por el Cambio obtuvo un segundo lugar insulso, agravado por la pérdida de la intendencia de la ciudad de La Rioja que los radicales venían gestionando.
El vencedor estaba cantado, llamaba la atención el experimento local de La Libertad Avanza, el partido del diputado Javier Milei. Se alió con el diputado provincial Martín Menem y fantaseaba con salir segundo... terminó tercero lejos. Los primeros tanteos de Milei proyectan una posible dificultad. Un presidenciable nacional precisa para ser competitivo “hacer agenda”, tener presencia en los medios, gravitar en los sondeos... Hasta ahí, Milei crece... También contar con recursos necesarios en los comicios, a la hora de los bifes. Numerosos fiscales, dirigentes que caminen los territorios, las ciudades, los pueblos pequeños. Bondis, taxis o remises. Queda fino en los quinchos llamar “aparato” a esas organizaciones. Los vocablos despectivos son rentables entre elites. En todo caso se trata de recursos humanos o físicos imprescindibles para garantizar la decisión de los ciudadanos y cuidar la legalidad de los escrutinios.
La jugada con el sobrino del expresidente Carlos Menem quedó ineficaz y habrá que ver con qué entusiasmo se mueven los aliados perdidosos en agosto y octubre sin incentivos estimulantes.
Las huestes de Milei ansían que en Tucumán rinda más la alianza con Ricardo Bussi. Su partido es más sólido que el parvo armado de Martín Menem.