Los sindicatos y los agricultores de Francia se comprometieron ayer, miércoles, a unirse a las protestas nacionales contra el presidente Emmanuel Macron, ya que las concesiones del gobierno no lograron frenar el impulso de las manifestaciones más violentas que Francia ha visto en décadas.
Las protestas nacionales de los denominados "chalecos amarillos" comenzaron el 17 de noviembre en el interior del país para oponerse a un proyecto para aumentar los impuestos a los combustibles, el gas y la electricidad.
Luego de tres semanas de violencia, que dejaron un saldo de cuatro muertos, más de 400 heridos y de 600 detenidos, según cifras del diario Le Parisien, el primer ministro Édouard Philippe anunció
ayer la primera gran marcha atrás de la Presidencia de Macron, al suspender por seis meses el aumento de los impuestos al combustible que iban a empezar a regir desde el 1 de enero.
Philippe habló de una "moratoria" del incremento de las tasas sobre los combustibles mientras se abre un periodo de concertación. Sin embargo, el vocero del gobierno, Benjamin Griveaux, reconoció este miércoles que "si hay algo que no funciona, no somos sordos, lo cambiaremos", en declaraciones a la radio RTL.
Pese al retroceso del gobierno galo, este miércoles la protesta se extendió a otros sectores de la sociedad francesa. Estudiantes secundarios y terciarios impidieron el acceso a numerosos centros de estudio para protestar por un nuevo sistema de solicitud de la universidad, en el sudoeste de Francia operaciones sorpresa bloquearon decenas de puestos de peajes y propietarios de pymes cortaron rutas en varios puntos del país para protestar por los altos impuestos.(Telam)