Una caravana de unos 1.600 migrantes centroamericanos acampó ayer en la ciudad de Piedras Negras, México, cerca de una sección relativamente abierta en la frontera con Estados Unidos. El gobernador del Estado norteño de Coahuila, Miguel Angel Riquelme, dijo que los migrantes eran personas en busca de asilo, insinuando que todos expresaron su intención de entregarse a las autoridades estadounidenses.
Aunque caravanas previas han preferido llegar a la ciudad mexicana de Tijuana, la relativamente abierta sección en la frontera alrededor de Eagle Pass, en Texas, solo está bordeada por el Río Bravo —que Estados Unidos denomina Río Grande— y carece de las largas secciones de barreras altas encontradas en Tijuana.
Ante la posibilidad de que los migrantes traten de cruzar al país vecino, el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos (DHS, por sus siglas en inglés) prometió ayer que no permitirá la entrada a la "caravana ilegal". "Aproximadamente 2.000 extranjeros llegaron al norte de México como parte de una «caravana» que busca cruzar la frontera de Texas. La entrada ilegal no será tolerada y estaremos listos para impedirla", dijo la secretaria de DHS, Kirstjen M. Nielsen, en un comunicado. Agregó que el "DHS tomará todas las medidas para garantizar la seguridad del lugar y de los agentes al frente".
Imágenes de la prensa mostraban a agentes estadounidenses con equipo antimotines y escudos, parados sobre el puente internacional que divide a Eagle Pass de Piedras Negras. Un albergue improvisado se montó para los migrantes en una fábrica en desuso y las autoridades locales dijeron que se entregaron colchonetas y frazadas para dormir, así como alimentos.
Fuente: La Capital