La mayor cantidad de chicos entre 9 y 15 años que llegan por consumo de drogas al hospital de Niños, encendió una luz de alerta en el Servicio de Adolescencia: en 2017 atendieron 39 pacientes, y en 2018, 60. En un año, los casos se dispararon un 53 %. Todos estuvieron internados primero en el Alassia y, luego, fueron derivados a ese servicio para una consulta posterior.
El Dr. Fabio Bastide se tomó el trabajo de sistematizar los datos para dimensionar el problema; en el que se encuentran, muchas veces, “luchando contra molinos de viento”, definió.
Según las estadísticas de los últimos dos años, la edad promedio de inicio es 12 años y 3 meses, en un rango etario que va de los 9 a los 15 años. La mayoría consume marihuana, paco y cocaína y sólo el 5 % del total no consumía alcohol o tabaco previamente, es decir, se inició con drogas ilícitas. En tanto, el promedio de edad en la que comenzaron a tomar alcohol es 11 años y 9 meses, en una franja que va de los 9 a los 14 años.
En lo que respecta a los vínculos familiares de los pequeños pacientes, el 90 % proviene de hogares disfuncionales, es decir, viven solo con la madre o el padre, o con una abuela, o están institucionalizados. Y el 95 % había dejado la escuela. Casi todos.
Cuando en las entrevistas personales les consultan ‘¿qué proyectos o qué inquietudes tienen?’, sólo el 10 % contesta que tiene alguna aspiración, como terminar el secundario o trabajar. El resto: “nada”. Y lo mismo cuando les preguntan ‘¿quiénes son sus referentes o en quién confían?’: el 90% no tiene a nadie, no se siente identificado con ningún amigo, familiar o profesional. “Es un dato que siempre recabamos para ver por dónde podemos ayudar a estos chicos”, dijo el médico pediatra, especializado en adolescencia, que reconoce que, si bien hay algunas mujeres, son las menos; la mayoría (también el 90%), son varones.
Aunque el hospital de Niños recibe pacientes de todo el centro norte provincial, el 90 % de los chicos atendidos por esta problemática son de la ciudad de Santa Fe; el resto de Santo Tomé, uno de Cayastá y otro de Rincón, pero la mayoría vive en la zona del hospital. “Los que están en los barrios del norte no llegan, van más al Mira y López porque tienen más personal de psiquiatría”, explicó Bastide.
Fuente: El Litoral