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La devaluación, las exportaciones, la inflación y las inundaciones explicarían la faltante de leche

La polémica suscitada por la faltante o la limitación de la compra de litros de leche en los supermercados se explicaría por diversos factores que hicieron que caiga el stock disponible para abastecer al mercado doméstico. La situación económica es uno de los más destacados (devaluación, caída del poder adquisitivo, suba de exportaciones, etc), además de las inundaciones.
LUNES 25 DE MARZO DE 2019

Durante las últimas semanas se ha comenzado a visibilizar el problema de falta de leche fluidas y frescas en el mercado minorista, evidenciado en la limitaciones de compra en los supermercados, donde en algunos casos se comenzó a establecer un cupo de litros de compra por persona.

Para explicar la situación, una nota publicada por el Diario Castellanos -medio periodístico ubicado en una de las principales cuencas lecheras del país- comparte una serie de indicadores que ayudan a comprender el problema de abastecimiento.

"En el primer bimestre del 2019, la producción de leche cayó 8,5% respecto al mismo período del 2018, pero en 2018 las exportaciones subieron 35%. Otro de los puntos tiene que ver con la inflación y el poder de compra de los consumidores, ya que la diferencia de costo hizo que para cuidar su bolsillo las personas se inclinen más por la leche en sachet que por las larga vida. 

Por su parte, desde el Centro de la Industria Lechera (CIL) atribuyeron la situación a una baja estacional producida por "inundaciones" -que impactaron en la caída del 8,5% pero no para provocar desabastecimiento- y a la creciente precarización en el negocio industrial.

"En años normales, la producción estacionalmente disminuye un 30% entre octubre y abril que normalmente es el pico de mínima producción. Es decir, desde el pico de producción que se da en octubre, al mínimo que se registra en abril, hay una pendiente que equivale al 30% de la producción regular", explica además la nota periodística del mencionado medio del departamento Castellanos. 

"Sin embargo, este fenómeno se produce todos los años, y no siempre faltan leches fluidas", agregaron. 

Otro de los puntos salientes tiene que ver con el efecto de la devaluación y la mejora del tipo de cambio que significó para las exportaciones la suba del dólar que tuvo lugar durante el segundo semestre del año pasado. Esto hizo que las exportaciones de productos lácteos fueron en 2018 un 37% superiores en volumen respecto al año 2017. 

Es decir que "contra una producción que cae, aumentan las exportaciones" y como consecuencia hace que caiga la materia prima disponible para atender al mercado interno. 

Según los números de las estadísticas oficiales, del total de la leche producida en 2018, el 19,4% se destinó a la elaboración de leches refrigeradas y no refrigeradas. Así, de toda la leche industrializada en el país, un 44,5% se destinó a la elaboración de quesos; 29,2% a leches en polvo; 19,4% a leches fluidas (refrigeradas y larga vida), 4,4% a yogures; 2,2% a dulce de leche y el resto a otros productos.

Los datos del consumo tomados del Balance Lácteo aportan más claridad a la situación: en 2018 se consumieron 190 litros de leche equivalente por habitante y por año. De ese total, las leches fluidas fueron de 42 litros per cápita aproximadamente. El principal consumo de los argentinos se da en quesos, entre 11 y 12 kgs. por habitante y por año (entre 100 y 120 litros de leche equivalentes). 

Esto significa que el consumo de los argentinos es muy bajo para leches fluidas en comparación con los  países de alto consumo, que duplican y hasta triplican nuestro consumo.

Asimismo la caída en stocks también hacen a la cuestión, ya que "los de leches no refrigeradas (lo que comúnmente se conoce como leche larga vida) a enero de 2019 fueron un 61,1% inferiores a los stocks de enero de 2018 y para leches refrigeradas fueron inferiores en un 12,4%".

"Por una cuestión de precio y comodidad el consumidor en general venía eligiendo las leches no refrigeradas. Seguramente con la actualización de los precios que generan un importante diferencial entre un producto y otro, los consumidores volcaron sus preferencias hacia las leches no refrigeradas", indicaron desde el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (Ocla).

Por último, el Centro de la Industria Lechera (CIL), que nuclea a las empresas encargadas del abastecimiento en el país, confirmó que “efectivamente existe en la actualidad una menor oferta de productos lácteos”. Según datos del CIL, la recepción de leche de sus asociados en el primer bimestre de este año fue un 12,5% inferior al mismo período del año anterior, y desde diciembre de 2018 la caída estacional llega al 23% (hasta febrero).

“Esta menor oferta de lácteos al consumidor, especialmente en productos frescos como la leche fluida, se explica por la baja estacional de la producción de materia prima, agudizada este año por los factores climáticos adversos (excesivas lluvias y olas de calor), las dificultades económicas-financieras sufridas por la cadena en el año anterior y la acumulación de compromisos comerciales que modificaron sensiblemente el cuadro anual de la demanda de leche”, aseguró la Centro.

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