La metalúrgica Aruba hubiera tenido que festejar, este 2019, sus 50 años de vida en la ciudad de Esperanza, en el centro de Santa Fe. Pero el cumpleaños mudó a cierre: le envió este martes el telegrama de despido a los 12 empleados que aún retenía con la promesa de pagarles el total de la indemnización legal pese a que el procedimiento preventivo de crisis que había solicitado la obliga sólo a abonar el 50 por ciento. Los trabajadores que quedan en la calle tienen entre 46 y 50 años, por lo que les será difícil, lamentaron, reinsertarse en el mercado laboral.
El nombre comercial de la firma es García, Capelino y Bonvín, con domicilio en calle Nicolas Schneider 2647 de la cabecera del departamento Las Colonias, en el centro de la provincia.
“Los telegramas de despidos se recibieron el martes y lamentablemente nos enteramos que nos quedamos sin trabajo”, confirmó el delegado metalúrgico de los trabajadores de Aruba, Jorge Amaya. “Estamos viviendo una situación dramática porque como está el país hoy va a ser difícil conseguir un trabajo nuevamente. Lo único que queremos es trabajar”, reforzó. Los despedidos este martes son empleados antiguos de la firma, de entre 46 y 50 años, dijo el empleado. La edad les agrega un escollo más para conseguir otra ocupación.
La empresa, en paralelo con el envío de los telegramas, difundió un comunicado. “Fue un sacrificio muy grande de parte de los socios juntar el dinero del pago del total de las indemnizaciones, si bien se analizaron alternativas de transferencia de la empresa a otra sociedad, el Programa de Recuperación Productiva (Repro) y el Procedimiento Preventivo de Crisis, que permite abonar el 50 por ciento de las indemnizaciones, las familias propietarias decidieron pagar el 100 por ciento, en reconocimiento y agradecimiento a los empleados y honrando el nombre de la empresa que durante cinco décadas se manejó de esta manera”, dice el texto.
El comunicado resalta que el socio fundador de Aruba falleció hace tres años y los actuales titulares, todos mayores de 70 años, “están cansados y quieren disfrutar sus últimos años junto a sus familias”. Agrega que la empresa “dio trabajo a miles de personas, en forma directa e indirecta”. Quedaban apenas una docena, que ahora engrosan las estadísticas de desempleo.
“El jueves será el último día de trabajo, lo que es un dolor tremendo y una tristeza y solo nos queda pedirle a Diosito conseguir pronto otro trabajo, porque acá hay gente muy capacitada”, describió el trabajador Amaya.
Fuente: El Ciudadano