Estando fuera de la zona de exclusión, durante la guerra de Malvinas, el 2 de mayo de 1982, el crucero General Belgrano fue atacado por el submarino HMS Conqueror. El impacto de dos de los torpedos provocó su hundimiento, en el que murieron 323 de sus tripulantes.
Este sábado en Punto de Partida por LT9, el veterano de guerra esperancino Omar Vogt, recordó la fecha de una forma muy emotiva. "Cada año que pasa uno lo recuerda con más emoción, cada vez nos ponemos más sensibles cuando escuchamos la palabra Malvinas. Hace 38 años teníamos 18 años y tuvimos que ir a una guerra con esa edad, y yo miro a mis hijos y sus amigos, y veo algo que en esa época no existía, teníamos que hacernos adultos a la fuerza", comenzó contando.
"La idea es seguir Malvinizando y los que quedamos en pie lo seguimos haciendo como podemos. Hoy nuestros 323 hermanos están custodiando las aguas del Atlántico Sur", agregó.
Sobre su historia contó que junto a sus dos compañeros de Esperanza, Colombo y Muller. "almorzamos y fuimos a nuestros puestos de combate, yo estaba e la parte de las máquinas, en las calderas, que estaba en el medio del buque 10 metros abajo del nivel de agua. Nosotros estábamos en el medio del buque, en el medio de los dos impactos.
"Hubo muchos factores que a mi me salvaron la vida, Éramos 15 en la caldera y cuando fueron a buscar a mi relevo fue cuando se produjeron los impactos. Esa demora, fue la primera vez que me salvó la vida porque no llegué al comedor, donde también se sintieron los torpedos", expresó.
Sobre cómo fue el hundimiento, la comparó con la película Titanic, "porque había gente que gritaba, nos chocamos con cuerpos, había gente entre los hierros retorcidos, así fue más o menos lo que pasó, aunque el Belgrano se hundió de costado. Fue tan noble el crucero que se llevó la menos cantidad posibles de hijos, porque éramos todos una familia".
Y después con las balsas fue un suplicio, porque "entre los que nos salvamos y contamos lo que vivimos y cada uno la pasó de forma distinta, había gente que no conocíamos porque en épocas normales éramos 750 y cuando fuimos a Malvinas éramos 1093, y yo hacía cinco meses que estaba en el buque y había partes del barco que no conocía", señaló.
Sobre la resistencia en las balsas fue otro suplicio rememoró. "Yo estuve en tres balsas, en la primera éramos 14 y no la podíamos alejar del buque que la succionaba y teníamos un par de remos y se pinchó. Entonces nos empezamos a amontonar todos en el medio y cuando se desinfló, el buque nos succionó y nos llevó abajo, por el salvavidas salí a flote con una capa de fuel oil que perdía de los tanques y en la desesperación me trepé en el techo de otra balsa, me empujaron y volví a caer al agua. No sentía las piernas por el frío del agua. Allí me agarré de otra balsa y un oficial me alzó y me rescató. Un par de olas nos alejaron del barco y de ahi vimos cuando se terminó de hundir el Belgrano sobre un costado".
"Hubo otros condimentos que hicieron que fuera un milagro porque no explotó el lugar donde se guardaban las municiones, porque si hubiera explotado no quedaba nadie; y lo otro es que era de día y el mar estaba calmo, porque si hubiera sido de noche no hubiera quedado nadie", finalizó.
