La nueva normalidad es frágil y se caracteriza por los sobresaltos que la amenazan continuamente. Es lo que han demostrado este fin de semana China y Corea del Sur, dos de los países que mejor han gestionado la epidemia del coronavirus.

El país más poblado del mundo ha registrado hoy 14 nuevas infecciones, de las que solo dos han sido importadas del extranjero. Es un dato preocupante porque once de los contagios locales se han dado en una localidad de la provincia nororiental de Jilin, lo cual ha provocado el confinamiento de la ciudad de Shulan y su clasificación como de 'alto riesgo'.

China solo ha logrado mantener todo el territorio con la etiqueta de 'bajo riesgo' durante dos días. En esta situación, la población tiene que permanecer encerrada en sus casas y solo una persona por cada familia tiene permiso para salir una vez al día a hacer la compra.

Las Autoridades consideran que este nuevo foco está relacionado con los ciudadanos chinos retornados de Rusia, pero no quieren correr riesgos y han puesto en marcha los protocolos de actuación más estrictos para demostrar que el país es capaz de controlar los nuevos brotes y evitar así que se haga realidad la temida segunda ola del coronavirus.

Todas las personas que han podido estar en contacto con los contagiados están siendo rastreadas y serán puestas bajo observación. A más de mil kilómetros de Shulan, la ciudad de Wuhan -epicentro de la pandemia-, reportó ayer su primer contagio desde el pasado 4 de abril.

Es un detalle que trasciende la anécdota porque demuestra lo difícil que resulta erradicar el coronavirus y porque deja en evidencia la falta de conocimiento existente sobre el papel que juegan los infectados asintomáticos.

No en vano, según los datos oficiales, en Wuhan aún hay 616 residentes que han contraído el SARS-CoV-2 pero no han desarrollado los síntomas de la Covid-19, prueba de que el coronavirus continúa presente en la capital de Hubei.

Y, por si fuese poco, la fiabilidad de los tests también está en entredicho. Para muestra, el hombre de 70 años que ayer dio positivo en la provincia de Heilongjiang después de que las siete pruebas que le habían hecho previamente, desde que fue puesto bajo observación el pasado 9 de abril, hubiesen dado negativo.

Según el diario Global Times, el paciente se encuentra aislado y sufre una larga lista de dolencias que agravan su situación: cáncer de colon, hipertensión, y saturnismo (envenenamiento producido por el plomo).

El nuevo infectado en Wuhan también se encuentra en estado crítico. En la cercana Corea del Sur, otro de los países que se encuentran en una fase avanzada de su desescalada, un nuevo foco de coronavirus registrado en la zona de ocio de Itaewon, en la capital del país, ha provocado que Seúl haya dado marcha atrás en su decisión de permitir la reapertura de bares y clubes nocturnos.

La culpa la tiene un joven de 29 años que visitó varios de estos establecimientos el pasado fin de semana, antes de dar positivo y ser puesto en cuarentena. El contacto que tuvo con otras personas en esos bares ha provocado que el país asiático haya registrado hoy 34 nuevas infecciones, el número más elevado desde el pasado 9 de abril.

A pesar de ello, los restaurantes no se han visto afectados por la marcha atrás decretada por las Autoridades y este fin de semana han seguido operando con relativa normalidad.

Por su parte, el presidente surcoreano, Moon Jae-in, se ha mostrado optimista en el discurso con el que ha conmemorado tres años en el cargo. “Vamos a utilizar el rápido control que hemos logrado sobre la epidemia de la Covid-19 y la transición a la nueva normalidad para instalar vitalidad a la economía”, ha declarado Moon, que ha hecho hincapié en la necesidad de buscar oportunidades en este momento de crisis, sobre todo en el sector tecnológico.

“Haré todo lo posible para que Corea tome el liderazgo global”, ha añadido. “Pero pasará mucho tiempo hasta que la pandemia haya acabado. Esta es una guerra larga”, ha sentenciado en tono más realista. (EFE)