El primero que se apuntó fue Gustavo Alfaro. Desde Rusia, la negativa de “Lechuga” no se hizo esperar demasiado. Después, el radar de Luis Spahn apuntó a dos históricos. Uno de ellos, Darío Kudelka. El otro, Leonardo Carol Madelón. Los dos se fueron de Unión con finales distintos, pero la misma sensación. En el caso de Kudelka, el ciclo exitosísimo duró dos años y cuando se armó el tercer plantel, todo desbarrancó enseguida: duró apenas cinco partidos (que los perdió a todos).
En el de Madelón, fueron casi tres años de trabajo. Cuando Leo pretendió el salto de calidad, la eliminación en octavos de final de la Copa Argentino decantó en el adiós definitivo. No hubo forma de convencerlo. Ni la gente con su pedido hecho canto, ni la enorme actuación que tuvo el equipo en ese último partido ante Sarmiento de Junín (un 1 a 0 que pudo ser 3 o 4 a 0 tranquilamente por la gran diferencia exhibida en la cancha).
Dentro de su particular hermetismo, el presidente —casi en soledad o con la compañía de Zuccarelli— fue deshojando la margarita con varios entrenadores que engrosaron la larga lista. Aparecieron de todas las edades y filosofía futbolística. Hasta de distinta nacionalidad. Todos tuvieron un pero... Arrancando por algunos que habían tenido un pasado con Colón, que inclusive se fueron descartando no sólo por parte de la dirigencia misma de Unión, sino también por ellos mismos.
La realidad es que se llegó a un punto en el que Kudelka y Madelón, los dos técnicos que van a la vanguardia en el afecto de la hinchada rojiblanca por lo que han conseguido en los últimos tiempos, se empezaron a transformar en una obsesión para el presidente.
La información que llega de Córdoba a través de La Voz del Interior, indica lo siguiente: “¿Cuánto vale Frank Darío Kudelka para Talleres? La pregunta se develará en las próximas horas, cuando la directiva defina si hace el último esfuerzo por retener al DT que condujo al equipo a dos ascenso que posibilitaron la vuelta a Primera tras 12 años y le dio una identidad de juego en Primera División. O si decide cambiarlo. De los 25 puntos que fija Fassi (el presidente de Talleres), hay 21 netamente deportivos en los que el presidente albiazul habría concordado con Kudelka, y que tienen que ver con el rendimiento del último plantel y la formación del que viene. Es el tiempo de tratar lo económico. Son los cuatro puntos restantes en los que el dirigente albiazul está tratando con Pascual Lezcano, el representante del DT”, señala el colega cordobés.
En cuanto a Leonardo Carol Madelón, después de haberse ido de Unión y de una experiencia negativa en Belgrano, su nombre saltó de inmediato a la palestra. El martes de la semana pasada, cuando se llevó a cabo la reunión de comisión directiva, tanto el nombre de Madelón como el de Kudelka se dejaron deslizar.
No caben dudas de que Spahn está buscando un paraguas protector. Es decir, ante las decisiones que se tomaron, deportivamente hablando, en los últimos tiempos y que provocaron el decaimiento futbolístico y de puntos, el presidente sabe que tiene que achicar al máximo el margen de error. Y como consecuencia de ello, busca a alguien como Madelón —lo mismo se puede decir de Kudelka— para que el arranque no esté plagado de incertidumbres y descreimiento.
Se supone que Madelón, quien conoce a la perfección este plantel porque prácticamente lo armó (salvo Erramuspe y Cejas, que llegaron en la apertura del libro de pases en el verano, cuando ya no estaba), tendrá una radiografía exacta de lo que tiene y lo que necesita.
Cuando se alejó de Santa Fe, lo hizo —entre lágrimas— leyendo una carta en la que dejó en claro de qué manera se fue dando el proceso desde su arribo a Unión. Y entre las cosas que señaló, hizo referencia a la necesidad de que los hinchas y hasta los mismos dirigentes estuvieran atentos y adviertan cualquier tipo de desviación de un proyecto que debió darse con un continuo crecimiento. Esto no se dio. El “salto de calidad” que se esperaba y pregonaba no se ejecutó y, por el contrario y como El Litoral opinó hace un par de días atrás, se dio un “hundimiento de calidad” que ahora deberá revertirse, sobre todo atendiendo a que Unión ahora tiene que plantearse un objetivo distinto al de hace un año, cuando Madelón dirigía.
Para ser claros y concretos: cuando Madelón, ganando clásicos, era el técnico de Unión en el invierno pasado, el pensamiento apuntaba a un futuro de grandeza, de objetivos importantes, de pensar en clasificación para copas y hasta pelear un torneo como fue la Copa Argentina. Hoy, los 8 puntos de diferencia que Unión tiene sobre el cuarto peor promedio (sin contar, naturalmente, los dos ascendidos), obliga a pensar en engordar el promedio para no tener problemas de mantener la categoría, como el primer objetivo. Y después, en la medida en que los resultados, lleguen, otros objetivos superadores.
El hermetismo que rodea al presidente impide saber si ya se juntó con Bragarnik, aunque todo parece suponer que así fue. Cristian Bragarnik es el representante de Madelón y es el hombre que podría abrirle el camino a Spahn para la llegada de refuerzos. Deberán ser cinco o seis de categoría para cambiarle la cara a un plantel que terminó “gastado” y sin éxito el torneo.
Nadie mejor que Madelón sabe lo que necesita y las posibilidades que pone a disposición Spahn para el armado del plantel. Exigirá, seguramente, por todo lo que no pudo darse el año pasado. Pero al margen de ello, la jerarquización del plantel es algo que, con o sin Madelón, necesariamente Unión debe llevar adelante si el objetivo es tener un año tranquilo.
Fuente: El Litoral