Lara Arreguiz es la joven oriunda de Santa Fe que falleció el viernes pasado a los 22 años por un cuadro de coronavirus que avanzó con velocidad en pocos días, sumado a su insulinodependencia, lo que causó gran conmoción en la provincia y el país.
En diálogo con Dame Radio, su madre Claudia Sánchez contó cómo fueron las últimas horas de Lara y su peregrinar por los pasillos de los hospitales, debido al alto nivel de ocupación que se mantienen en las áreas de internación general y de Terapia Intensiva.
"Estaba estudiando Veterinaria hace tres años en Esperanza. El jueves había estado con ella, la había notado rara. El viernes me llamó llorando para que la vaya a buscar porque se sentía mal. El sábado empezó con tos seca, compramos un jarabe e hicimos nebulizaciones. Ella es insulinodependiente desde los 10 años por lo que no puede tomar cualquier medicación", sostuvo Claudia.
Y agregó: "El domingo ya estaba ahogada, la llevamos al protomédico. Ella era reacia a los hospitales y se cuidaba mucho. Justo era el cambio de guardia, esperamos hasta que la atendió una doctora, le dijo que tenía poca saturación de oxígeno en sangre, le escuchó los pulmones y diagnosticó neumonía. 'Posiblemente sea Covid' nos dijeron. La sentaron en una silla de ruedas en pasillo porque no había lugar, pusieron un biombo y le colocaron el oxígeno".
"Así estuvo dos horas hasta que se empezó a descomponer. Tenía 70 de glucemia. Golpeé la puerta, salió un enfermero recién ingresado, pedí que llame a la doctora pero me dijo que tenía que esperar porque estaba atendiendo la otra guardia. Mi hija se enojó, se sacó el oxígeno, volvió a golpear y salió otra enfermera enojada. Empezamos a discutir, vino la doctora y nos dijo que la llevemos a casa y volvamos para hacer los controles el lunes", continuó con el relato.
Fue el pasado lunes cuando regresaron al mismo centro de salud. "La hicieron esperar afuera por Covid, hacía mucho frío. Se sentó en el sol y un perrito callejero se le puso al lado. Me quedó esa imagen. Le hicieron placas, un hisopado, esperamos otra vez afuera, se acostó en un banco. Después nos dijeron que era positivo, que la llevemos a casa y que si se ahogaba vayamos al Hospital Iturraspe. Nos dio un medicamento para que tome una semana", señaló.
Pero apenas llegada a su domicilio y luego de tomar el antibiótico Lara comenzó a tener una fuerte tos por lo que la llevaron hasta el Iturraspe Nuevo.
"Avisamos que tenía Covid positivo, neumonía bilateral y que era insulinodependiente. La anoté, empezó a llorar porque se sentía descompuesta, volví a acercarme a ventanilla, fuimos a la enfermería. Pasó a un consultorio y cuando salió dijo que se quería acostar. No la dejaron hacerlo en una camilla y se acostó en el piso. Le puse una campera, un bolso como almohada y una señora le prestó su campera porque hacía frío. En ese momento salió un médico y la miró. Siguieron la lista a pesar de que Lara estaba en esas condiciones", apuntó Claudia en diálogo con Adrián Brodsky.
El nuevo médico les sumó otro antibiótico y las volvió a mandar a su casa porque en el nosocomio no había lugar disponible para internación. "Me dijeron que no porque había muchos casos y ella era de riego. Después dijo que no se podía quedar porque no tenían camas. Pedí que me deriven a algún sanatorio, pero cuando volvió pasó todo al revés. Me dijo que la iban a dejar en la guardia porque Lara era de riesgo, que le iban a hacer una tomografía y unos análisis", agregó.
"Me senté en el hall, pasaron las horas y como a las 17 me escribió que tenía hambre, me pidió que le compre un yogurt y un agua mineral. En un principio no me dejaron dárselo, pero después se lo alcanzó un enfermero. A la media hora me dijo que nadie le había medido el azúcar. Nadie le daba bolilla. Quedé sentada hasta las 19 y era la hora del antibiótico. Me atendió otra doctora, le expliqué la situación, y dijo que la iban a trasladar al Iturraspe Viejo", continuó.
Finalmente a las 21:30 llegó la ambulancia para hacer el traslado: "Ella salía caminando sola con su suero, la ayudé a subir a la ambulancia. Fue la última vez que la vi, el lunes 17 de mayo a las 21:30. Cuando llegué a mi casa me llamó una médica del Iturraspe para preguntarme sobre su diabetes. Dijo que iban a coordinar una vista con la asistente social a la que no pude ir por contacto estrecho. El martes coordinamos el encuentro con su papá, donde le informaron que estaban los dos pulmones muy comprometidos y que le estaban controlando el azúcar".
"El miércoles me volvieron a llamar porque la iban a pasar a una sala intermedia, que los valores de azúcar estaban muy altos, propio del estrés, la medicación y la infección. El jueves me llamaron para coordinar la visita, ella me pidió que le mande una manzana rallada. Se la llevó el padre, Lara estaba muy mal. A la tarde recibí otra llamada para avisarme que la pasaban a Terapia. Nunca más se comunicaron conmigo, eso fue lo último que supe hasta las 3 de la mañana del viernes 21 de mayo que el padre me llamó para decirme que Lara había fallecido tras tres paros", recordó.
Claudia contó además que el lunes de la semana anterior había empezado el gimnasio porque le gustaba tanto el ejercicio como los animales, cuestión que se materializaba en su activismo dentro de la ONG SOS Caballos.
"Nunca nos imaginamos que la enfermedad la iba a hacer pedazos tan rápido. No es justo todo lo que tuvo que pasar. Hice todo lo que me iban diciendo, por la pandemia estuvo medio año sola, desde septiembre estuvo en casa hasta marzo que se volvió a Esperanza porque empezaban las clases, para estar mas tranquila. Había empezado esa semana el gimnasio, le gustaba estar sola, el frío, le gustaba quedarse adentro mirando la tele, estudiaba con una compañera, estaba en su casa", resumió.
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