Con el 80% de los votos escrutados, el resultado está claro: Alvarado, representante del conservadurismo religioso como candidato de Restauración Nacional (RN), logra el primer lugar con el 24,8% de los votos.
Lo sigue el aspirante del Partido Acción Ciudadana (PAC) con el 21,6%, casi tres puntos arriba del empresario del Partido Liberación Nacional (PLN), Antonio Álvarez Desanti.
En cuarto lugar quedó el abogado Rodolfo Piza (Partido Unidad Social Cristana, PUSC) y en quinto, Juan Diego Castro, el candidato de discurso incendiario que aboga por la “mano dura” y por la política sin partidos.
Tanto Fabricio Alvarado Muñoz como Carlos Alvarado son periodistas de profesión, pero representan posiciones muy diferentes en el tema que centró el cierre de la campaña electoral: el conservadurismo religioso.
El predicador, de 43 años, representa a grupos “defensores de los valores cristianos” y su adversario, de 38, fue el único que llevó la bandera progresista en la discusión que se desató con el fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en favor del matrimonio entre personas del mismo sexo, tres semanas antes de los comicios.
Aunque el ascenso del predicador fue súbito en los días posteriores a ese fallo, la escalada del oficialista se aceleró después, quizás gracias a los cientos de miles de indecisos que las encuestas registraban aún dos semanas antes de los comicios.
La campaña demostró el peso de la tradición religiosa en Costa Rica. En ella se produjo una alianza entre grupos evangélicos y católicos, además de una reconfiguración profunda del terreno político.
Es la tercera vez que el país acude a un balotaje (segunda vuelta), pero el primero de ellos en que quedan excluidos los dos partidos que protagonizaron las décadas bipartidistas finalizadas en 2014 con el triunfo de Luis Guillermo Solís (PAC).