— División Noticias LT9
Ariel Staltari no necesita demasiadas presentaciones. Actor, productor, guionista, y uno de los corazones de "El Eternauta" dialogó con la Nueva Nueve y compartió detalles de la increíble producción audiovisual que recorre le mundo entero.
"Nadie se salva solo, la salida es colectiva", con esta frase poderosa Ariel condensa -y a la vez construye- el espíritu de una de las producciones más resonantes del año. Una serie que, desde la ciencia ficción, logró emocionar, conectar y generar debate a nivel mundial, sin renunciar a su identidad profundamente local.
La ficción basada en la mítica historieta de Héctor Germán Oesterheld, no solo logró una calidad de producción "a nivel mundial", sino que además supo conservar intacto su ADN argentino.
Lo que en otras ocasiones suele limarse en aras de la internacionalización, la tonada, el lunfardo, el truco, el mate, las Malvinas, el rock nacional, acá fue bandera. "Hay una textura, un color muy particular que es muy nuestro, que atraviesa nuestra idiosincrasia, nuestra cultura y eso la hace única", expresó emocionado Ariel.
La repercusión global fue inesperada incluso para quienes soñaban con un éxito, "yo sentía que iba a andar bien, pero no sabía si iba a gustar tanto. Sobre todo porque la ciencia ficción es un género con códigos muy establecidos, y esta historia se mete desde otro lugar. Pero superó ampliamente mi expectativas" señaló el actor.
Las redes sociales estallaron con el estreno de El Eternauta, en Argentina se vivió como un evento colectivo, mientras que en el exterior despertó curiosidad y admiración.
"Me llegan mensajes de todo el mundo. En Japón están jugando truco. Es una locura hermosa, que nuestra cultura llegue a los demás, como durante años nosotros consumimos la de ellos".
Esa argentinidad atravesada por la historia se hizo presente también en detalles sutiles pero fundamentales. La serie conserva el nombre "Islas Malvinas" en todas las traducciones, y que eso no fue casual. "Me enteré por una traductora que se pidió específicamente respetar el nombre. Me dio un orgullo tremendo" indicó.
Pero su impacto va más allá del entretenimiento, remueve memorias, resignifica símbolos y despierta preguntas profundas, incluso entre nuevas generaciones: Es una puerta hacia nuestra historia.
La dimensión política y emocional de la obra se profundiza cuando se habla de su autor original, Héctor Germán Oesterheld, desaparecido junto con sus hijas y yernos durante la última dictadura militar. "Ya conocía la historia, pero en una entrevista radial alguien me dijo: ‘Tal vez uno de los nietos que siguen desaparecidos hoy está viendo la serie’. Y eso me dejó perplejo" compartió Ariel.
En cuanto a su personaje, Omar, Ariel lo describe como un "agitador necesario". Un rol incómodo, pero imprescindible: "Es disruptivo, viene a interpelar. Es como si un espectador se metiera dentro de la serie a preguntar, a molestar. Es el que rompe la armonía y obliga a los demás a repensarse. Y al final, termina siendo parte del grupo".
El Eternauta no es solo ciencia ficción, es también una historia de vínculos, habla del amor, la amistad, de lo vincular como herramienta para la supervivencia. "En tiempos de tanta deshumanización, eso también impacta. Supongo que por eso también gusta afuera, porque uno puede escapar, pero en algún momento choca con la realidad: solo no se puede. Si no nos agarramos de la mano, no vamos a zafar de esta locura".
La elección de Ricardo Darín como Juan Salvo fue otro de los grandes aciertos. "No, yo no lo pedí -aclaró Ariel entre risas-. Pero es maravilloso que haya sido él. Tiene la edad justa, la presencia, la historia y lo hace con una humanidad increíble" comentó.
El fenómeno también se reflejó en las librerías: la historieta original de El Eternauta se convirtió en uno de los libros más vendidos en la Feria del Libro de Buenos Aires, agotando ediciones y despertando un nuevo interés por Oesterheld. "Es muy fuerte, es como si todo un país dijera: 'Esta historia es nuestra, y queremos volver a contarla'".
Ariel, que además de actuar también es docente y dramaturgo, reflexiona sobre su propio camino: "Sigo siendo el mismo pibe que miraba a cámara sin saber qué hacer. Solo que ahora aprendí a mirar hacia adentro, y desde ahí construyo los personajes, los guiones, las obras. Tengo una escuela de actuación, una familia, dos hijos, una obra de teatro donde hago 40 personajes, pero sigo siendo ese pibe".
El Eternauta no solo marcó un hito para la industria audiovisual argentina. Fue, también, un acto de justicia cultural. Una forma de decirle al mundo: acá estamos, esta es nuestra historia, y tenemos mucho que contar. Con emoción, con memoria, y con una verdad irrefutable: Nadie se salva solo.
ESCUCHA LA NOTA COMPLETA: