Antes de su llegada a Santa Fe, Monseñor Sergio Fenoy presentó el Escudo que lo acompañará en su nuevo ministerio y brindó una explicación de lo que cada elemento representa:
El LEMA “Bendito Sea Dios” tomado del himno paulino bíblico que comienza con estas tres palabras. Es la alabanza al programa divino, y es el empeño de realizar el “proyecto misterioso” del PADRE que desde la eternidad quiso crear a los hombres para salvarlos reuniéndolos en la Persona de su HIJO hecho hombre; y, marcándolos con el sello de su ESPÍRITU haciéndolos sus hijos adoptivos: santos por el Amor (Ef. 1, 3-14).
El BLASÓN es de una sola pieza, sin cuarteles ni particiones: el espacio inconmensurable del Amor de Dios que no tiene anchura ni longitud, altura ni profundidad (Ef. 3, 18). El “campo” heráldico tiene como único esmalte el “gules”: rojo como la sangre que nos ha redimido. Es el precio de esta determinación eterna pagada no con oro ni plata, sino con la Sangre preciosa de Cristo (1Ped. 1, 18-19).
Campeando en todo el escudo, en “pira”, desde su “punta” al “jefe” ostenta, en oro la ZARZA ARDIENTE. Desde ella Dios reveló su nombre: “YO SOY” (Ex. 3, 14). Con ese nombre dio a conocer su eterno designio. El lugar de la “pira” en un escudo es alegoría de “pretensión”. Esa fue la voluntad de Dios expresada en la zarza: Yo te envío para que liberes a tu pueblo (Ex. 3, 10). Ese primer anticipo del antiguo Testamento, es el proyecto plenamente manifestado por Pablo en el tiempo de la Iglesia. Como a Moisés y a Pablo, al nuevo Arzobispo le asegura: Yo estaré contigo (Ex. 3, 12) mi gracia te basta (2Cor. 12, 9). La zarza tiene diez hojas. Una por cada mandamiento: las “normas de Vida” que Dios entregaría a Moisés cuando, conduciendo al Pueblo de Dios, pasase por allí hacia la tierra prometida.
El “cantón diestro del jefe” es el “sitio de honor” del blasón. Allí luce una ESTRELLA BRILLANTÍSIMA en plata. Es el lugar de privilegio que Dios le concedió a MARÍA, la llena de Gracia (Lc. 1, 28) en su Plan Salvífico. El lugar que ocupa en el corazón del nuevo Arzobispo y que ya brillaba en forma de estrella en su estola diaconal, su primer ornamento sacerdotal. Tiene siete rayos que simbolizan los siete Dones del Espíritu Santo; y entre ellos siete destellos: las tres Virtudes Teologales y las cuatro Cardinales. Como siete son las Virtudes Capitales. Todas resplandecientes en la Reina y Madre de los Sacerdotes.
Sobre la heráldica eclesiástica, el CAPELO de color sinople (verde) indica el grado de dignidad junto con diez borlas dispuestas en cuatro órdenes a cada lado. Timbrado por la CRUZ PASTORAL de dos brazos, ubicada como sosteniendo el escudo, signo de la potestad de regir y velar por la fe del Pueblo encomendado para llegar a Dios por la Sangre de Jesús, siguiendo el camino nuevo y viviente que Él nos abrió (Heb. 10, 19b-20ª).