Otro paso adelante en la negociación con Corea del Norte. El presidente estadounidense, Donald Trump, ha anunciado en un tuit la liberación de tres rehenes estadounidenses en manos del régimen de Pyongyang.
La entrega ha sido efectuada durante la visita a Corea del Norte del secretario de Estado, Mike Pompeo, quien los trae de vuelta en su avión. Su estado de salud, según el presidente, es bueno. En el viaje también se ha fijado la fecha y lugar para el cara a cara entre Trump y el líder norcoreano, Kim Jong-un.
El gesto de Pyongyang no sólo allana la entrevista entre ambos dirigentes sino que ofrece a Trump un triunfo diplomático en un momento especialmente tenso. Su decisión de retirarse del pacto nuclear con Irán, anunciada este martes, ha desatado una inmensa ola de reprobación internacional.
Aunque amortiguada en Estados Unidos, donde Irán juega el papel de satán mundial para amplios sectores de la derecha, estas críticas no dejan de erosionar la credibilidad de la diplomacia norteamericana. Pero con los rehenes en la mano, Trump puede desviar la atención y mostrar que su conducción de las negociaciones con Pyongyang va por buen camino.
Los tres prisioneros eran los últimos norteamericanos en poder del régimen de Kim Jong-un. Tras la muerte del estudiante universitario Otto F. Warmbier, quien fue devuelto en fase terminal, se habían convertido en un punto crítico de las relaciones entre ambos países. Eran un ejemplo de la brutalidad de la tiranía que dirige con mano de hierro Kim Jong-un.
Todos ellos fueron arrestados en los últimos dos años bajo la acusación de espionaje. El que más tiempo llevaba entre rejas era Kim Dong-chul, un empresario hotelero de 62 años. Fue detenido en abril de 2016 por trabajar supuestamente para el servicio de inteligencia surcoreano.
En uno de los espectáculos de denigración a los que tan aficionado es el régimen norcoreano, fue obligado a comparecer ante las cámaras y confesar sus crímenes. El segundo de los detenidos es Kim Sand-duk, de 50 años. Tras impartir un mes de clases en la Universidad de Ciencia y Tecnología de Pyongyang fue arrestado en abril de 2017 cuando iba a abandonar el país. El último en caer fue Kim Hak-song, otro profesor. Fue apresado el 6 de mayo de 2017.