“La gente sabe que acá la puerta está abierta y puede pasar. Nadie va a juzgar en qué estado llegan. Entre todos nos acompañamos y nos contenemos”, afirma Emilio Amé, director de Cáritas Diocesana en San Francisco, Córdoba.
El espacio del que habla es el Hogar de Cristo, destinado a quienes están atravesando problemas de adicciones.
En esta región del este de esa provincia se percibe la carencia de sitios para abordar esta problemática que va creciendo. En general, en todo el interior provincial la escasez de lugares para el tratamiento y rehabilitación de adictos es un problema desde hace años. También para, al menos, ensayar su contención afectiva, que es lo que se propone Cáritas en esta ciudad del este cordobés.
La modalidad de trabajo se basa en la experiencia de los “curas villeros” en el conurbano bonaerense. Amé destaca que en este caso “no se trata de un sitio para el tratamiento del adicto sino para su acompañamiento”. Asisten a personas con problemas de adicciones de cualquier tipo, como drogas, alcohol o ludopatía.
“Buscamos que se sientan contenidos y que permanezcan entre nosotros haciendo otras actividades, fuera de la adicción, que ocupen su mente en otra cosa y que vean que a partir de eso se puede salir”, plantea Amé.
El centro ligado a la Iglesia Católica está ubicado en el Comedor La Virgencita, con más de 22 años de presencia y trayectoria en trabajo comunitario en el barrio Parque de San Francisco.
Tras la crisis económica de 2001, Cáritas desembarcó en ese lugar primero con un comedor que luego transformó en espacio para meriendas y actividades educativas y recreativas para chicos. Hace cuatro años, agregó una cooperativa de trabajo que se dedica al reciclado de cartón y papel y posibilita por esa vía una salida laboral a varias personas. Ahora suma la tarea contra las adicciones.
Problemas crecientes
Cuando los responsables de Cáritas San Francisco conocieron el proyecto de los sacerdotes de Buenos Aires no dudaron en replicarlo a nivel local. “La problemática de drogas y alcohol está entre nosotros y no la podemos negar. Nos pareció que debíamos darle espacio para que la gente se sienta cómoda y que siga confiando en el trabajo que hacemos en el barrio. Acá tenemos un lugar ganado y debíamos aprovecharlo”, explica Amé a La Voz.
“Ellos saben que estamos siempre. De lunes a viernes, de 15 a 19, pueden pasar y quedarse a compartir un mate o un abrazo. Día a día encaramos esta actividad bajo la premisa de recibir a la persona como viene, sin juicios de valor, acompañándola codo a codo ante la situación que está atravesando”, agrega.
La iniciativa comenzó en enero pasado y pronto comprobó la demanda existente: unas 25 personas concurren al centro.
“Tenemos desde adolescentes de 15 años hasta adultos de 53. No ofrecemos una cura sino un lugar para que venga todo aquel que tenga problemas de adicciones. Buscamos que esa persona vea que la vida tiene sentido, que esa persona nos importa”, agregó el director.
La ONG trabaja en red con otras instituciones gubernamentales, centros educativos y el hospital provincial de San Francisco. “Entre todos nos apoyamos”, puntualiza Amé.
Además
Los dos pilares del centro son el apoyo escolar para niños de familias vulnerables y la cooperativa de reciclado que genera ingresos para varios vecinos sin empleo formal.
“Desde hace tiempo llevamos adelante un espacio educativo que brinda asistencia escolar a 120 niños de lunes a viernes, con apoyo escolar, merienda y actividades recreativas como inglés o deportes”, cuenta Amé.
“En el mismo predio –agregó– se desarrolla la cooperativa de trabajo, donde reciclan cartón y papeles. Ya tenemos toda la infraestructura, el piso apto para camiones y la prensa, y estamos gestionado los últimos trámites para habilitar la cooperativa “, precisa.
Fuente: La Voz del Interior.