Desde el año 1856, cuando se planteó la necesidad de plantear una vía de comunicación fluida entre Santo Tomé y Santa Fe hasta el primer puente de madera, que se mantuvo en pie hasta 1906, año en el que se decide reemplazarlo por uno metálico, la conexión vial se hizo indispensable con el paso del tiempo.
Así se llegó a 1937: cuando de la mano del ingeniero Alberto Eduardo Cazeneuve comienzan a esbozarse los trabajo de la nueva conexión vial de 1.160 metros de largo.
Pese a las protestas de los ingenieros de la empresa alemana que llevo a cabo los trabajos de su construcción, el 14 de julio de 1938 el flamante puente era presentado a la comunidad al son del ritmo de la Marsellesa.
Fue en honor a los antepasados de Cazeneuve que era desciente de aquella latitudes, en épocas de enfrentamentos armados en Europa de ambas naciones.
Mas allá de esta anécdota, su inauguración se pautó finalmente para el año siguiente, el 14 de julio de 1939.