El candidato de ultraderecha, Jair Bolsonaro oficializó su candidatura presidencial en Brasil. Bolsonaro se ubica segundo en las encuestas y aseguró que su bandera de campaña será la lucha contra la corrupción.
En su habitual columna para LT9, el analista internacional Pedro Brieger dijo que su mensaje atrae a muchas personas que están “desesperanzadas” con la actualidad de Brasil. "Bolsonaro crece en las encuestas porque hay una anomia política, el estado no funciona, las instituciones no funcionan, crece el hambre y aparecen estos mesías que prometen mano dura, él dice que hay que armar a la población para defenderse de los delincuentes, y se presenta como el símbolo de la honestidad".
La carrera por la presidencia de Brasil para suceder a Michel Temer comenzó a tomar forma con la apertura del plazo para que los partidos decidan los candidatos para las elecciones de octubre. Con el líder en las encuestas en prisión —el expresidente Lula da Silva, con un 33% en intención de voto, según el instituto Ibope—, el camino parecía despejado para el segundo, el excapitán del Ejército Jair Bolsonaro, un ultraderechista con un 17% de apoyo. Pero Bolsonaro, que se presentó el domingo por el minúsculo Partido Social Liberal, no ha recibido más que negativas de los que parecían sus posibles aliados.
Bolsorano, de 63 años, candidato del Partido Social Liberal (PSL), está experimentando cómo le cerraban las puertas los principales partidos de centroderecha, con los que podría formar alianza para fortalecer su candidatura. Primero fue el Partido da República (PR), uno de los más importantes entre los cinco centroderechistas, el que el pasado martes se negó de forma definitiva a formar una coalición con Bolsonaro; algo que le garantizaba más tiempo de televisión y más dinero para la campaña. Ese mismo día, el exmilitar intentó cerrar filas con el excomandante de las fuerzas brasileñas en Haití, el general Augusto Heleno (del Partido Republicano Progresista), visto como una segunda opción para la vicepresidencia. Pero el pacto tampoco salió adelante.
Para los partidarios de Bolsonaro la alianza más importante debía concretarse con el PR, porque de esa manera contaría con un senador evangélico, Magno Malta, para ganar espacio entre el electorado religioso. Sin embargo, las exigencias del ultraderechista para sellar el pacto eran inviables. “Bolsonaro quería que no estuviéramos con él en Río de Janeiro —donde su hijo, Eduardo Bolsonaro, se presenta como diputado federal— y que no apoyáramos al Partido de los Trabajadores (PT) en otros dos Estados, como Bahía y Minas Gerais”, explica un político que estuvo en las negociaciones. Unos 144 millones de electores irán a las urnas en Brasil en octubre para votar al futuro presidente y los gobernadores de los 27 Estados del país, además elegirán a sus diputados y senadores. Los partidos, por tanto, quieren ser más competitivos en las regiones más importantes, justamente en las que Bolsonaro quería poner restricciones.