Muchas zonas del sureste de Estados Unidos estaban ayer bajo agua tras el paso del huracán Florence, que dejó al menos 23 muertos y causó daños por miles de millones de dólares.
Florence, degradado el domingo a depresión tropical, "continúa arrojando fuertes lluvias sobre partes de la región del Atlántico Medio", con "inundaciones repentinas" en Carolina del Norte y del Sur, dijo el Centro Nacional de Huracanes (NHC) en su último boletín de las 15H00 GMT.
El NHC advirtió que zonas de Delaware, Maryland y Pensilvania también pueden verse afectadas por la subida de las aguas.
Según el Servicio Meteorológico, hay probabilidad de "lluvias intensas, inundaciones repentinas y tornados aislados" incluso hasta el área metropolitana de Washington DC.
Las autoridades destacaron la posibilidad de deslaves y fallas en represas.
"Esta es una tormenta épica que aún continúa", dijo en rueda de prensa el gobernador de Carolina del Norte, Roy Cooper. "Es un desastre monumental para nuestro estado".
El gobernador informó de 17 muertes en Carolina del Norte desde que Florence tocó tierra en la costa atlántica del estado el viernes como un huracán de categoría 1 en una escala máxima de 5. Otras seis muertes fueron confirmadas en Carolina del Sur.
La tormenta ha dejado ríos desbordados, como el Neuse y el Cape Fear, y rutas cortadas, incluida la I-95, que cruza ambos estados.
Más de 480 mil hogares seguían sin electricidad ayer por la mañana, según el Departamento de Seguridad Pública de Carolina del Norte, el estado más afectado y donde seguían vigentes las órdenes de evacuación en varios condados. Más de 300 personas estaban alojadas en un refugio de la Cruz Roja en el campus de la Universidad de Carolina del Norte, cerca de Raleigh, la capital estatal. Se esperaba que nuevos refugiados llegaran durante el día desde otros albergues amenazados por inundaciones.
Thomas Hammett dejó hace casi una semana su hogar en Otway, un balneario costero, con sus dos hijos, Christopher, de tres años, y Jerry, de 11.
"Estamos deseando volver a la vida normal, con suerte será el miércoles", dijo a la agencia de noticias francesa AFP, aliviado porque su casa aparentemente no resultó dañada. "Tuvimos que evacuar, era demasiado peligroso quedarse. Algunos murieron allí". En Fayetteville, unos 100 kilómetros al sur de Raleigh, el tráfico seguía siendo difícil en algunas áreas a lo largo del río Cape Fear. Cooper dijo que allí podía haber deslaves e instó a la población a cumplir con las órdenes de evacuación.
Wilmington, una ciudad portuaria de 117 mil habitantes golpeada por Florence, estaba casi totalmente aislada por tierra, pero los socorristas lograron transportar 23 camiones con alimentos y agua embotellada para abastecer a la población.
Aunque las condiciones mejoraran, las autoridades instaron a la población a no viajar aún debido al riesgo de inundaciones repentinas que podrían atrapar a los automovilistas. "Muchas carreteras todavía están bajo riesgo de inundaciones", dijo Cooper. "Por favor, no se conviertan en alguien que necesite ser rescatado", dijo.
"Esta tormenta no ha terminado y grandes inundaciones podrían producirse durante toda la semana", tuiteó la secretaria de Seguridad Interior, Kirstjen Nielsen, que ayer sobrevoló las áreas inundadas.
Florence no terminó "ni por asomo", dijo en Twitter la Agencia de Manejo de Emergencias de Carolina del Sur (Scemd).
El presidente Donald Trump firmó el domingo una declaración de desastre natural para Carolina del Sur, que permite disponer de ayuda federal adicional por Florence. Trump dijo la semana pasada que viajaría "pronto" a las áreas afectadas.
"Vamos a necesitar fondos significativos para recuperarnos", advirtió Cooper, gobernador de Carolina del Norte, ante el fuerte golpe que implica Florence para el sector agrícola del estado.
La empresa de análisis financiero CoreLogic estimó que el daño causado por Florence se acercará a los 170 mil millones de dólares, superando las pérdidas de Katrina en 2005 y Harvey en 2017.
Sin embargo, señaló que los inversores consideran el daño por huracanes como un evento localizado que termina inyectando crecimiento económico en la región.