La estrepitosa caída de la industria tiene su correlato en el crecimiento de las máquinas en desuso. En septiembre, a la par de una caída de la actividad sectorial de 11,5%, el uso de la capacidad instalada fue de apenas 61,1%, niveles que no se veían desde fines del 2002, cuando se iniciaba la recuperación posconvertibilidad. La situación es particularmente compleja en la industria alimenticia: la contracción del consumo de alimentos y bebidas, indicador crítico de la situación social, llevó al sector a operar al 59,4%, muy por debajo del 73,6% que utilizaba en el mismo mes del 2015.
Además, ese número es un promedio. Hacia dentro hay heterogeneidad, y una mirada más detallista muestra que la dinámica parece perjudicar a las empresas más pequeñas, que trabajan a niveles cada vez más bajos. El dato que surge desde las centrales empresarias es que ese promedio esconde que las más grandes usaron cerca del 70% de sus instalaciones, mientras que las más chicas se arrimaron al 40% durante septiembre.
El dato es especialmente sensible: la caída del consumo de la producción alimenticia se viene registrando desde hace meses. Según el Indec, en septiembre el consumo de carnes rojas cayó 8,2% interanual. Algo similar se vio en las aguas y gaseosas: el consumo interno mermó 6,1%.
Para el economista especializado en el sector industrial Mariano Kestelboim, la caída del consumo interno está entre las explicaciones del desplome: "Todas las variables macro están siendo adversas para la industria y este es el tercer año consecutivo. Las tasas, para cualquiera que tiene un período de tres meses entre que compra su insumo y que vende su producto y lo cobra, son dificilísimas. También complican los costos energéticos. Además hay deterioro en el mercado interno, que es la principal demanda de la industria. Y la presión importadora es cada vez mayor. No fue una apertura abrupta sino que fue gradual pero tres años después ya deja afuera a muchos jugadores".
El director ejecutivo de la Federación Argentina de la Industria Maderera y Afines (FAIMA), Leandro Mora Alfonsín, sostuvo ayer en su cuenta de Twitter: "La caída de más de 5 puntos del uso de la capacidad instalada es un dato durísimo que complementa la caída de la actividad manufacturera, que fue de 11,5%, y permite estimar un mayor deterioro en los próximos números de empleo industrial". Ahí tampoco pinta bien el panorama: a la par de la caída en la actividad y en el uso de capacidad instalada, el empleo industrial destruyó más de 100.000 puestos desde el 2015.
Otro sector que viene en caída libre es la textil: el uso de capacidad instalada tuvo una caída extraordinaria entre septiembre del 2018 y el mismo mes del año pasado. Fue desde 68,3% hasta 49,1%. El vicepresidente de la Cámara Argentina de Fabricantes de Medias y Afines (Cafama), Damián Regalini, dijo: "La mitad de las máquinas que tenemos están tapadas con una lona por falta de pedidos. El daño en los productores nacionales es dramático".
Kestelboim afirmó que en los sectores más sensibles, como textiles, calzado y muebles, la cuestión es cada vez más complicada. "En la industria se viene un escenario más duro que el que se ha presentado hasta acá. Hay un piso de utilización, no puede caer indefinidamente porque hay costos fijos de tener una instalación industrial y son muy onerosos. En un momento, si sigue cayendo, no les queda otra que cerrar. Y en la textil ya se están provocando cierres, incluso en empresas muy grandes".
La contracción del mercado interno también protagonizó las explicaciones por la caída de la actividad en la automotriz. En septiembre, además, la utilización de lo instalado por el sector fue de apenas 44,8%, muy por debajo del 57,1% del mismo mes del año pasado.