En el primer año de gestión se “fugaron” u$s9.951 millones, con la particularidad que en diciembre de 2016 se dio el único registro de la era Macri donde hubo “descanutaje” es decir los privados desarmaron “canuto”, trajeron dólares en lugar de llevárselos por u$s2.015 millones. Luego en 2017 el nivel de atesoramiento llegó a u$s22.148 millones, 123% más que en 2016. Fue un año de elecciones donde el oficialismo triunfó rotundamente. Sin embargo, los privados siguieron atesorando divisas. El año pasado, crisis cambiaria mediante y salvataje del FMI, el nivel de atesoramiento creció 23% respecto al 2017.
Por lo tanto, no es solo por culpa de la crisis del año pasado que el público demandó furiosamente más dólares en 2018. Sino, que vino haciéndolo desde que el advenimiento de Cambiemos. Esto refleja que algo inquietaba la confianza de los ahorristas e inversores. Dado que por más que a lo largo de varios meses reinó “la tasa de interés real en pesos”, primero bajo el régimen de metas de inflación y luego bajo la nueva política monetaria pactada con el FMI, más allá que en algunos meses el “carry trade” perdió, el público siguió “apostando” o más bien “ahorrando” en dólares.
Si bien las reservas del BCRA acusan un incremento en términos absolutos de u$s40.242 millones en los tres años que lleva la gestión Cambiemos, esto se explica por el ingreso de Organismos Internacionales por u$s15.803 millones, a Operaciones del Sector Público (colocación de deuda) por u$s24.106 millones, otros u$s9.427 millones de Otras operaciones como swap con China y otros bancos y u$s3.425 millones de aumento de encajes. A contramano la compra de divisas del sector privado implicó una pérdida de reservas de u$s12.519 millones. Sobre esto en particular, vale señalar que en 2016 las compras sumaron u$s3.536 millones, en cambio en 2017 hubo ventas por u$s88 millones pero el año pasado las compras volvieron para sumar u$s15.968 millones.
Los últimos datos de compra de divisas proveniente del Balance Cambiario del BCRA dan cuenta que la crisis pegó, lógicamente, en la capacidad de ahorro y por ende de atesoramiento. De niveles mensuales de u$s2.000 a más de u$s3.000 millones se pasó a u$s1.163, 408 y 862 millones en el último trimestre del 2018. Aún así los que compran dólares son casi un millón de personas por mes.
El 2019 no es un año electoral cualquiera. Sin duda el país se juega el rumbo futuro. Los mercados y los inversores, lo saben, y actúan en consecuencia. Y los ahorristas locales también. El próximo gobierno deberá entender, de una vez por todas, que la gente, que puede, ahorra -mayormente- o mejor dicho piensa en dólares cuando toma decisiones. Con el “track record” inflacionario que ostenta el país, los poco más de 10 millones que pagan impuestos sobre una población de más de 40 millones seguirán dudando sobre la factibilidad de la resolución de los males estructurales que aquejan la economía desde hace décadas. Por lo pronto, nada indicaría que los “atesoradores” dejarán de actuar, sobre todo, al son de las encuestas presidenciales. Si cuando todo parecía “andar” bien, allá por 2016 y 2017, el público compraba, ahora con semejante inflación y perspectivas, quién duda que seguirá el atesoramiento, claro que en la magnitud que permita la presión impositiva, la inflación y las paritarias. Es un partido que aún tiene final abierto.