Si bien la compra de divisas por parte de las familias mostró en marzo pasado un retroceso frente a los niveles de un año atrás y el desarme del “canuto” (venta de divisas) se aceleró, el Balance Cambiario del BCRA muestra que la “Formación de Activos Externos del Sector Privado no Financiero” (FAE) o “atesoramiento” se mantiene elevado. Según datos oficiales en marzo el FAE, que en la jerga se lo califica como fuga de capitales, ascendió a u$s1.771 millones. Si bien esto representa una disminución del 28,1% frente a marzo del año pasado, tanto el FAE total como la compra de billetes registró un fuerte aumento frente al mes anterior, del 84% y 30% respectivamente. Cabe recordar que las comparaciones interanuales pierden dimensión dado que en 2018 hubo una corrida cambiaria de magnitud. Basta con señalar que la fuga de capitales fue de u$s27.230 millones el año pasado, el récord histórico. Pero para tener una lectura acabada de marzo 2019 vale mencionar que es un 80% mayor al de marzo 2017 y un 78% al de marzo 2016.
De esta manera en el primer trimestre de 2019 la compra de divisas para atesorar ya suma u$s4.695 millones. Esto es un 32% menos que en el mismo periodo de 2018, pero sólo un 2% inferior que en 2017 y un 29% más que en el primer trimestre de 2016.
Si todo evoluciona dentro de lo previsto por el FMI y el Gobierno, la fuga de capitales podría rondar entre los u$s15.000 millones y los u$s18.000 millones (replicando el primer trimestre al resto del año).
Por lo tanto a lo largo del Gobierno de Cambiemos la fuga de capitales habrá ascendido a no menos de u$s80.000 millones, muy similar al acumulado en las dos administraciones de Cristina Kirchner. Al respecto vale recordar que, según la serie histórica del BCRA, en el Gobierno de Néstor Kirchner la fuga de capitales sumó u$s17.250 millones, mientras que en los de dos de Cristina totalizó u$s84.909 millones. Hasta ahora, en la era Macri, suma u$s64.023 millones. Para simplificar el análisis se adjudicó el dato de diciembre 2015 (u$s2.024 millones) a la administración K. Más allá de eso, en el primer mandato de Macri el nivel de atesoramiento marcará registros preocupantes.
Ocurre que con toda la bonanza del advenimiento del nuevo Gobierno los argentinos siguieron fugando capitales, tanto a nivel local como al exterior. Solo hubo un registro negativo, es decir, que en lugar de fugar los argentinos trajeron capitales. Ello se dio en diciembre de 2016, seguramente asociado al efecto blanqueo.
En 2017, un año electoral clave para la gobernabilidad de Cambiemos, como el oficialismo se ocupó de transmitir, la fuga fue de u$s22.148 millones a pesar del rotundo triunfo de Macri que parecía sepultar el temor a la vuelta de un gobierno populista. Y en 2016 había sido casi de u$s10.000 millones pese al furor de los mercados e inversores con el nuevo gobierno. El año pasado, la crisis cambiaria dejó un saldo de u$s27.230 millones de atesoramiento. De ahí que comparar contra ese año confunde la evaluación de 2019. Lo cierto es que si todo sale bien, o sea, no hay una dolarización de carteras desbocada a medida que se acercan las elecciones, el costo para la economía habrá sido perder un nivel de ahorro a valores de hoy $800.000 millones de oferta potencial de crédito para el sector privado, o sea, el equivalente a la mitad del stock actual de préstamos en pesos. Si tomamos todo lo fugado el sistema local habrá perdido en la era Macri más de $3 billones, es decir, el doble del total de crédito en pesos actual.