Hay un hincha con la camiseta de Manu Ginóbili que corre embanderado por la tribuna alta del Coliseo Eduardo Dibós. Hay otro que, en los lanzamientos libres de Myles Powell, tararea la canción del dibujito animado Pájaro Loco. Hay protestas cada vez que el árbitro brasileño Cristiano Maranho cobra una falta en contra. No es el Polideportivo Islas Malvinas de Mar del Plata pero así lo parece esta noche, porque Argentina despertó la pasión en su triunfo aplastante sobre Estados Unidos para avanzar a la final de los Juegos Panamericanos por cuarta vez en su historia (plata en 1951 y 1955 y oro en 1995) e ir en la búsqueda de la medalla dorada.
El gran arranque de Pato Garino, con un aporte en ataque que se sumó a su habitual solidez en defensa, marcó un comienzo no tan usual de un partido decisivo, en el que no podían aparecer desatenciones de otras presentaciones en estos Panamericanos. Eso se evidenció también en una sola pérdida en los primeros diez minutos, en los que Argentina se impuso 29-18.
Las diferencias contra un Estados Unidos que trajo a Lima jugadores universitarios de la conferencia Big East -ni siquiera entre los destacados de la División I de la NCAA- se tradujeron en el marcador, que en el cierre del primer tiempo marcaba una ventaja de 25 puntos (61-36). Pato Garino y Nicolás Laprovíttola fueron las figuras rutilantes de ese comienzo, con 24 y 17 puntos cada uno, sumados a los aportes del movedizo Facundo Campazzo.
Lejos de aplacar su dominio, el equipo de Sergio Hernández lo ejerció aún más y estiró la diferencia a 35 puntos. Con el tablero en 91-56, Estados Unidos padecía la efectividad argentina y por primera vez sufría el ataque rival: en estos Juegos Panamericanos le habían anotado un promedio de apenas 74.7 puntos por partido.
En el último cuarto las salidas de Campazzo y Scola se llevaron ovaciones del estadio, fundamentalmente para Luifa, el gigante que no se subió al pedestal y decidió participar en unos Panamericanos que le sirven a la selección de preparación para el Mundial de China. La rotación, otra vez, fue un recurso que Hernández no desaprovechó.
A falta de cinco minutos y fracción, Laprovíttola llevó el marcador a 100 pero el equipo no aflojó. Desde las tribunas empezaron, entonces, a bajar "es un afano, suspéndanlo" y los gritos de ole. Es que Argentina sometió al rival, lo apabulló 114-75 y llegará de la mejor manera al partido por el oro, ese que ni Scola se quiso perder.
Fuente: Clarín