Se acabó la ilusión. Terminó el Mundial para Argentina más allá que matemáticamente no está eliminado porque Francia aún deberá conseguir al menos dos puntos más en sus dos partidos que le quedan frente a Tonga este domingo y/o contra Inglaterra el sábado 12 (algo que nadie en su sano juicio puede poner en duda). Pero en el estadio Ajinomoto se produjo la despedida.
Los Pumas, apenas terminó el partido ante los ingleses, supieron que toda había acabado. Fue dolor en el final con las lágrimas de Matías Moroni. Fue frustración en el cierre con una nueva trifulca de las tres serias que hubo en el partido. Fue resignación en esa despedida en la que por primera vez el equipo dio una vuelta olímpica para recibir el aplauso de los hinchas y, en el caso de algunos jugadores, para saludar a sus familiares y recibir al menos un consuelo que no les alcanza para nada.
El 39 a 10 con el que Inglaterra superó a Argentina fue elocuente, amplio, categórico. Y marcó las diferencias claras entre un equipo que es candidato a llegar lejos en el torneo por más que no haya tenido una gran actuación y otro que cumplió otra actuación floja. Aunque haya matices para explicarla como que durante 63 minutos jugó con un hombre menos.
Fuente: Clarín