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"De la Casita de Tucumán, solo se conserva el salón de la jura de la Independencia"

Valentina Mitrovich, historiadora, y encargada del área de Investigación de la Casa de Tucumán comentó esta mañana por LT9 que el histórico edificio sufrió muchísimas transformaciones a lo largo de los años.
JUEVES 09 DE JULIO DE 2020

Valentina Mitrovich, historiadora, y encargada del área de Investigación de la Casa de Tucumán comentó esta mañana por LT9 que el histórico edificio sufrió muchísimas transformaciones. "De lo que había en 1816, sólo queda el salón de la jura de la independencia", comenzó diciendo. 

"Los distintos cambios tuvieron que ver con distintos momentos históricos. En 1876 con Mitre como presidente, el Estado compró la casa, la fachada de la Casa de Tucumán fue demolida en su totalidad, y se le dio características europeas a su frente porque allí se instaló el Correo, concebido como factor de progreso", agregó.

Posteriormente "a principios de siglo 20, en 1904, Julio Argentino Roca, por entonces presidente, le dio características francesas a su fachada, como un palacete. Sólo se preservó el salón de la jura", destacó Valentina. 

"Recién en 1942, cuando se crea la Comisión Nacional de Monumentos Históricos, es que se decide restaurar la Casa de Tucumán basada en una foto de Paganelli, de 1869, y se pudo reconstruir la fachada, a cargo del Arquitecto Boschiazzo".

La casa original 

La casa original fue edificada en el siglo XVIII y perteneció a Francisca Bazán y a Miguel de Laguna. "En realidad era dote de ella esta casa", señaló Valentina Mitrovich. De cara al Congreso que se celebraría en Tucumán, Bernabé Aráoz, el primer gobernador de la provincia, consideró que la edificación sería util. "Hay que pensar que en ese momento no había muchas casas grandes que pudieran alojar a esa cantidad de personas", agregó la especialista. También destacó que, anteriormente, la casa sirvió para alojar al Ejército Revolucionario, que también la utilizaba como almacén de guerra.

Sin embargo, pronto la Casa Histórica perdería protagonismo y resplandor. "El Congreso se traslada en 1817 a Buenos Aires porque Güemes informa que venían los realistas desde el Norte y que era preciso trasladarlo a un sitio donde estuviera mejor resguardado", explicó la historiadora. Entonces, el abandono comenzó a castigar la construcción.

La situación cambió en 1874, cuando el Estado Nacional la escrituró y la destinó a sede ser Edificio de Correos y Telégrafos Nacionales y al Juzgado Federal. "Domingo Faustino Sarmiento fue, durante su presidencia, el gran impulsor de la red de telégrafos, convencido de que esta constituía un elemento central de unión e integración de todo el territorio nacional. De las señales de humo y fuego para enviar mensajes durante las guerras de Independencia, emitidas por los oficiales o soldados de los ejércitos, se había pasado en 1873 a integrar todo el territorio argentino mediante el telégrafo", se puede observar en uno de los carteles del museo de la Casa Histórica de la Independencia. "Para albergar sus nuevas funciones, la casa se reformó completamente. Fueron demolidos el pabellón del frente con sus pórticos y las habitaciones de ala sur del primer patio. Sólo se mantuvo intacto el salón de la jura", agrega el texto.

Demoler y reconstruir, parte II

El Correo se mudó y una nueva demolición llegaría. "Ya en el Siglo XX, con Roca en su segunda presidencia se decide intervenir", indicó Mitrovich. "Se hace un edificio al que se lo denominó 'El Palacete'", detalló la especialista. Se trataba de un pabellón de estilo francés de un estilo arquitectónico similar al de Casa de Gobierno. "En la entrada de la casa había un gran patio, unas rejas enormes y barrocas; se lo había adornado al techo con unas cabezas de puma", agregó. Se trataba de una obra monumental que acompañaba la idea de confianza en el progreso.

Una vez más, el Salón de la Jura se salvó. "Se lo recubrió, se le hizo como una casita y se lo rodeó con un gran techo de vidrio y también con una especie de atrio para cuando se dieran los discursos presidenciales", explicó Mitrovich. En esa época, Lola Mora realizó los murales y la estatua de la Libertad de plaza Independencia.

Demoler y reconstruir, parte III

El Palacete perduró hasta 1942. La década del 30, con los primeros gobiernos militares de Argentina, estuvo profundamente marcada por un nacionalismo católico conservador. "Había un profundo sentimiento patriótico", destacó la historiadora. En ese marco, surge la idea de revalorizar y destacar los lugares que marcaron la historia argentina.

"En el año 41 esta Casa pasa a ser declarada monumento nacional", señaló. En ese entonces, surge la decisión de que se recuperase la fachada colonial del edificio, para dejar atrás El Palacete con su estilo marcadamente europeo. El arquitecto Mario Buschiazzo fue elegido por la Comisión Nacional de Monumentos y Lugares Históricos para la reconstrucción de la Casa Histórica. Para su proyecto, fue fundamental la fotografía que Ángel Paganelli había tomado en 1869 de la fachada. También utilizó planos de 1874 de la Dirección Nacional de Arquitectura y testimonios.

El arquitecto, señaló Mitrovich, "llamó a varias familias patricias de Tucumán que pudieran donar tejas y otras cosas para hacer la reconstrucción. Finalmente, para el 24 de Septiembre de 1943, en coincidencia con la Batalla de Tucumán, la Casa Histórica con el tradicional estilo colonial de 1816 vio nuevamente la luz. La inauguración se celebró bajo la presidencia de Pedro Pablo Ramírez, también militar. Desde entonces, se instaló en el imaginario popular de los argentinos, aunque muchos desconocen de todas sus demoliciones y reconstrucciones.

Eso sí, esta vez, como todas las anteriores, el Salón de la Jura se mantuvo tal como en 1816.

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