José Nieves, de 30 años, y su familia evacuaron la zona justo antes del impacto de María en septiembre. Cuando volvieron días después, su peor pesadilla se había materializado; había perdido su casa.
"Yo la construí, poco a poco y era lo suficientemente sólida pero el huracán fue más fuerte de lo que nunca imaginé. Pensé que la casa lo iba a aguantar. Pero no, abajo se fue".
La pequeña localidad de Toa Alta, en el centro de Puerto Rico, estuvo justo en el medio del recorrido del huracán María.
El nivel de destrucción aquí es sorprendente. Prácticamente nada se mantiene de pie. Zapatos, platos y prendas de ropa están dispersos en el sitio donde alguna vez hubo casas.
Esta es una catástrofe que ha impactado a todos. Hasta el director en Puerto Rico de la Agencia Federal de Manejo de Emergencias de EE.UU. (FEMA, por sus siglas en inglés), Alejandro De la Campa, quien está a cargo de proveer asistencia tras el desastre, me dijo que no tiene electricidad.
"Esta es la respuesta más grande que ha dado FEMA en el Caribe, el evento más catastrófico en Puerto Rico y probablemente en Estados Unidos", dijo De la Campa. (BBC)