Georgina Zalazar es enfermera de la Terapia Intensiva del Hospital José María Cullen en la ciudad de Santa Fe, y en este Día Internacional de la Enfermería contó por LT9 el cambio que experimentó su trabajo por la pandemia de coronavirus desde hace más de un año y cómo se organizan para continuar brindando atención a quienes necesitan y recurren diariamente al efector.

"Estoy trabajando justamente, sin parar. La Terapia está llena y a full. Venimos así hace más de dos semanas, es más en este contexto seguimos capacitando personal nuevo. El desgaste mental y físico que tenemos es constante", sostuvo desde el lugar físico de Cuidados Intensivos del Cullen en comunicación con Osvaldo Medina y Mariano Bravi.

Con las nuevas ampliaciones del nosocomio santafesino, ingresarán en los próximos días 10 enfermeros y enfermeras nuevas, lo que también significa un trabajo extra para quienes como Gerogina deben marcarle el ritmo y asesorar a los ingresantes.

En cuanto a los cambios en el día a día de los trabajadores de la salud, principalmente los abocados a la atención de pacientes Covid, la enfermera señaló: "Es mucho el tiempo que te lleva el cambio de vestimenta especial. Siempre tenemos que ser dos porque el otro te tiene que hacer de espejo, por si cometiste algún error. Son pasos, el año pasado toda la Terapia tuvimos una capacitación intensa, esto nos cambió la vida".

"Salimos con la cara marcada, al principio era más difícil pero ahora ya lo adoptamos. Salimos riéndonos porque quedamos marcados,  pero es el trabajo que elegimos", comentó Georgina acerca de los elementos de prevención que rigurosamente tienen que colocarse antes de cada ingreso y quitarse tras de cada egreso a las unidades para pacientes críticos.

Consultada sobre si se asiste a los colegas que manifiestan estrés laboral frente a las actuales condiciones de trabajo, la profesional señaló: "Tenemos varios compañeros afectados que están con tratamientos piscológicos y psiquiátricos. Esta ola nos pegó mucho más fuerte que la anterior porque el año pasado con la restricción total no había muchos casos. Ahora es impresionante y además los accidentados no paran. Nos quedan pocas camas".

"Acá convivimos con la vida y la muerte, pero es la profesión que elegimos, nuestro horario habitual son 6 horas, pero hay compañeros que cumplen 8. Eso es más desgastante", concluyó.

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