El investigador del Conicet - Inali, Pablo Scarabotti, se refirió en Primera Mañana por LT9 a la bajante histórica que está atravesando nuevamente el río Paraná, que hoy está en el nivel de cero en el puerto de Santa Fe, la más baja desde 1944, y que en la capital entrerriana se ubicó 33 centímetros por debajo del nivel del mar.
"Estos niveles con escalas negativas, se habían registrado entre 1905 (primera medición) y 1970 en 22 oportunidades. Quiere decir que no es algo completamente atípico, sino que lo atípico es que desde 1970 no se hayan registrado. Esto tiene que ver mucho con la instalación de represas en la alta cuenca y de los desmontes, esto favorece el escurrimiento y aumenta los niveles mínimos", explicó.
Y agregó: "En general la fauna está adaptada a estas situaciones, pero es como todo. Lo que hay que tener en cuenta es que el funcionamiento del río tiene como parte necesaria este período de bajante. Durante las bajantes todos los ambientes acuáticos que se vuelven terrestres generan vegetación, entonces cuando el río sube toma esa energía y eso es que lo generalmente hace tan productivos a los ríos con llanura aluvial como el Paraná".
"Los peces están acoplados a estos fenómenos y siempre esperan los períodos de creciente para reproducirse. En general podemos decir que sabemos más bien cómo afectan las crecientes, que lo hacen de manera notablemente positiva. Las crecientes favorecen la reproducción de los peces porque aumenta enormemente el tamaño del hábitat, de lagunas y bañados, que es donde se crían", afirmó Scarabotti.
El sábalo -ejemplificó- pone desde 500.000 a un millón de huevos que son liberados a la corrientes. "Cuando el río está crecido fluyen y se desparraman por la planicie pluvial, que es esta enorme área de lagunas y bañados que tenemos entre Santa Fe y Paraná", completó.
En este sentido, aseguró que "un período bajo en invierno no afecta seriamente la reproducción de los peces porque esta se da normalmente en verano. El desove puede darse entre septiembre y marzo dependiendo la presencia de creciente".
"El problema es que llevamos dos años de períodos bajos, tuvimos un leve pico en febrero-marzo del 2021 cuando parece haber habido algo de reproducción. Pero durante el 2020 no hubo reproducción. Eso seguramente va a afectar a la pesca de acá a dos o tres años. Quizá en el 2022 ya se va a comenzar a percibir. Porque un sábalo, una boga o una tararira lleva de dos a tres años para crecer desde que es huevo hasta que se vuelve un animal capturable según la normativa. De alguna manera esto pone sobre la mesa que el manejo de este ecosistema tiene que ser con políticas a largo plazo ", destacó.
"Tiene que ver con la preparación hacia los cambios y las variabilidades que tiene el sistema. Ahora no podemos hacer nada más que esperar las lluvias y que empiecen a aumentar los caudales, pero lo importante es estar preparados y tener dentro de la agenda política esta situación porque lógicamente la bajante produce problemas productivos y sociales", concluyó.
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