¿Puede la psicoterapia mejorar la performance de un atleta de alto rendimiento como el Dibu Martinez? 

El arquero mismo agradeció en varias oportunidades la ayuda psicoterapéutica. 

Vaya entonces un poco del amor de 45 millones a ese terapeuta. 

Pero de quién estamos hablando? se llama David (ya empieza con ventaja, nombre bíblico de un héroe que con una gomera hace desastres) y es inglés. DAVID PRIESTLEY

Este druida del inconsciente vive en las islas donde murió Freud, que llegó huyendo de los nazis desde Viena. Vive en el país de Winnicott, Bion y Melanie Klein que en el rubro es como hablar de una delantera de lujo. 

Sabemos que todo atleta de alto rendimiento sufre de lo mismo que cualquier mortal a la hora de enfrentar desafíos importantes: ansiedad y miedo. Algunos lo manejan mejor que otros por supuesto. 

En esos momentos de extrema exigencia física, pero sobre todo psíquica los brazos y las piernas no responden como uno quisiera, algo similar ocurre con la voz de un cantante (a la postre, las cuerdas vocales también son músculos) hace falta control, relajación y enfoque para la mayoría de los deportes de alto rendimiento o para un concierto ante miles de personas. 

Sin embargo hay algo más inmanejable y menos conocido que nuestros brazos o cuerdas vocales: nuestra mente inconsciente. la mayoría de las personas ante situaciones estresantes intensas tienen la misma condición: miedo a perder el control, a no poder manejar la situación, enloquecer. 

La terapia, y sobre todo la terapia de base psicoanalítica se para sobre dos grandes piernas para caminar hacia la mejora de los síntomas: la vida inconsciente y la transferencia. 

Es inconsciente el deseo, ese oscuro y enrevesado empuje que nos dicta desde los gustos que pedimos en la heladería hasta la elección sexual. Amamos hasta morir o morimos sin amar y tal vez nunca sepamos porque. 

La transferencia es fundamental para lo que Freud llamó “la cura por amor”. no amor al terapeuta sino amor a lo que significa, lo que el paciente proyecta sobre la figura del analista y sobre todo a lo que uno significa en la mente del analista. 

Así lo dice David en su web personal: 

“Además de trabajar contigo, trabajo conmigo mismo, para experimentar cómo es estar donde vos estás ahora. Te debo mejorarme a mí mismo para mejorarte a ti” 

Terapeuta y paciente “crean” un ambiente donde ambos pueden sentir que fluye lo más importante de todo esto: el lenguaje, a asociación libre, los secretos y polisemia de las palabras y los gestos. 

Entonces creo que David no debe saber atajar penales, eso lo sabe el Dibu. Pero, si el aclamado arquero pudo incluir su “locura” personal bajo los tres palos, no temerle, convertirla en una fuerza positiva y no en un bloqueo, aflora algo que vemos muchas veces en el consultorio, aparece la creatividad, se permite la espontaneidad, se camina más suelto por la vida. Sin desconocer los fantasmas personales, sino sumándolos a la fiesta sin la sabana que espanta y paraliza. 

Ahora, no olvidar que hablamos de fútbol, un deporte de grupo.

La mejora del estado mental individual no podría explotar ni desarrollarse sin un grupo que lo permita. El manejo y la dinámica de los grupos humanos es más importante que lo individual. 

Me gusta imaginar que, desde el Olimpo de los analistas, Freud sonríe levemente, mientras limpia su pipa y ve bailar a Dibu al lado del arco.