— Mariano Colombo
La segunda vuelta electoral de noviembre del año pasado en Uruguay, marcó el retorno del Frente Amplio al poder, y tras una extensa transición, Yamandú Orsi asumió el sábado primero de marzo como sucesor de Luis Lacalle Pou, quien justamente en su tramo final de mandato, hizo mención a la necesidad de acortar el tránsito entre una y otra gestión.
En opinión del politólogo uruguayo Carlos Fedele, aunque muy prolongado, el período de transición se aprovechó para el intercambio de información entre los equipos salientes y los entrantes, en medio de señalamientos de los colaboradores de Orsi sobre algún retaceo de los datos provenientes de determinadas áreas.
Para el especialista, en líneas generales, el nuevo gobierno asumió con la premisa de evitar conflictos serios con la oposición, procurando impedir un eventual desgaste prematuro en los niveles de gobernabilidad.
El sostén de la histórica institucionalidad como objetivo de fondo
El acto de asunción celebrado en el comienzo de marzo, se inscribe ni más ni menos que el año del cuadragésimo aniversario del retorno de la democracia en Uruguay, recorrido que significa el período más largo sin interrupciones golpistas. Esas cuatro décadas sirvieron a todo el arco político uruguayo para construir un fuerte consenso sobre que las diferencias políticas se dirimen siempre dentro de los parámetros institucionales.
En tal sentido, Fedele recuerda que su país está considerado en todo el mundo como una de las democracias “plenas”. Pero el especialista también reconoce que durante la anterior gestión han surgido algunas “luces amarillas” que el flamante gobierno intentará disipar.
Entre otras cuestiones, el analista recordó que se cometieron algunos ataques a la prensa o a fiscales que investigaron a funcionarios. También menciona un caso de espionaje a dos senadores que investigaban algunos contratos de iniciativas público – privadas y la entrega irregular de pasaportes con ministros involucrados que faltaron a la verdad ante el Parlamento. Sobre el caso particular, el politólogo repasó que “tuvieron que renunciar dos ministros y dos subsecretarios”.
Volviendo a lo de las “luces amarillas” del último quinquenio, Fedele las resume en un discurso de mucha polarización construido desde los ejes discursivos de la derecha, y reflexiona: “como en la campaña y en la transición, el arranque de la gestión de Yamandú Orsi deberá enfocarse en no dejar avanzar la polarización política”.
Un “extraño” en el barrio comercial y la cuestión china
La política exterior uruguaya se fue asentando sobre las bases del pragmatismo, al contrario de la ideologización de las relaciones internacionales. Y al poner la mirada sobre la inédita experiencia que comporta en Argentina, la administración de un gobierno libertario de extrema derecha como el de Milei, el investigador uruguayo reconoce que “en el barrio hay un presidente con otra visión estratégica muy diferente a la de Orsi”, y agrega al respecto que “es muy probable que la vinculación con Brasil se desarrolle de forma más estrecha que la relación con Argentina”.
Sobre el ítem China, Fedele considera que el nuevo gobierno seguirá mirando la oportunidad que ofrece el gigante asiático como mercado, pero desde una posición más “mercosuriana” para trabajar en bloque el desarrollo de todo el intercambio comercial inter-continental. Allí radica la diferencia trazada con el gobierno saliente, que priorizaba la bilateralización de la estrategia, aunque no haya conseguido concretar el acuerdo que se había ensayado en borradores.
Finalmente, desde su visión sobre la convivencia argentino-uruguaya que pudiera surgir de ahora en más, en medio del contraste ideológico que inspira a ambos presidentes, el politólogo desdramatiza y recuerda que los desacuerdos inter-personales nada tienen que ver con el conjunto de factores sociales, culturales y económicos que históricamente constituyen un fuerte lazo entre los dos países.