Un candidato preso y líder de las encuestas, y un populista de ultraderecha temido como "el Donald Trump de Brasil". La mayor economía de América latina se prepara para entrar en unos días de lleno en la campaña electoral para elegir a su próximo presidente el 7 de octubre, en un escenario rodeado de incertidumbre debido a una profunda crisis política.
La fase decisiva del período electoral —el plazo para la inscripción de candidaturas expira el próximo miércoles 15 de agosto— arrancó en la noche del jueves último con el primer debate de candidatos, marcado, como ocurre desde hace meses en la política brasileña, por la figura de Luiz Inácio Lula da Silva.
En este caso, por su ausencia. El destino del popular ex jefe de Estado (2003-2011) centra desde hace meses el interés de un país sumergido en la anomalía política desde la convulsa destitución de la presidenta Dilma Rousseff en 2016. Condenado a más de 12 años de prisión en el marco de la megacausa sobre corrupción política "Lava Jato" ("Lavado de autos") y preso desde abril, Lula insiste en ser candidato y es claro favorito, con al menos un 30 por ciento de los apoyos en los sondeos.
Su Partido de los Trabajadores (PT) pretende inscribir al ícono de la izquierda como candidato el miércoles, pese a que la llamada "Lei de ficha limpa" ("Ley de expediente limpio") le impide postular por sus problemas judiciales. Se espera que el Tribunal Superior Electoral excluya en los días o semanas posteriores la candidatura del PT. La salida del que sigue siendo el político más popular del gigante sudamericano, muy querido sobre todo entre las clases pobres por los programas sociales impulsados durante sus gobiernos, dejará a Brasil previsiblemente sumido en la incertidumbre.
Segundo en las encuestas con un 19 por ciento de los apoyos, y favorito en caso de que Lula no sea candidato, es Jair Bolsonaro, un militar de reserva que suele elogiar la tortura y la última dictadura brasileña (1964-1985) y que es comparado a menudo con el presidente de Estados Unidos Donald Trump por sus diatribas populistas. El arranque del debate de los principales ocho de 14 candidatos inscritos o que anunciaron su intención de hacerlo giró el jueves en torno a Lula.
El canal Bandeirantes anunció que invitó al ex presidente, pero que éste había sido "impedido por la Justicia", después de que un tribunal negara el pedido de Lula para participar de alguna forma. La prohibición "viola el derecho del pueblo brasileño y de los otros candidatos a discutir las propuestas de mi candidatura", protestó Lula desde la prisión donde está recluido en Curitiba, en una carta pública difundida por sus colaboradores.
El designado candidato del PT a vicepresidente en la fórmula de Lula, el ex alcalde de San Pablo Fernando Haddad, participó en un evento paralelo organizado junto con la candidata del Partido Comunista Manuela D'Avila, también mencionada como miembro de la fórmula electoral. Se espera que en caso de la exclusión de Lula, Haddad asuma la candidatura del PT y D'Avila sea su vice.
Muchos de los focos se centraron por lo demás en Bolsonaro durante el debate celebrado en San Pablo durante unas tres horas hasta la madrugada. Conocido por su verbo inflamado, Bolsonaro estuvo más bien comedido, aunque llamó la atención por su propuesta de una "castración química voluntaria" para violadores y por sostener que las mujeres tienen a menudo mejores salarios que los hombres, para rechazar que el Estado tome un papel regulador en asuntos de género.
En el podio estaban también la ecologista Marina Silva, ex ministra de Medio Ambiente de Lula y vista con buenos ojos por algunos círculos progresistas, y el ex gobernador de San Pablo Geraldo Alckmin, candidato del partido de centroderecha PSDB e identificado con el "establishment". También estuvo Henrique Meirelles, un ex banquero que fue hasta hace poco el ministro de Hacienda de Michel Temer y que se postula por el partido conservador del actual presidente, el MDB, así como los candidatos izquierdistas Ciro Gomes y Guilherme Boulos.
Los otros dos participantes fueron el centrista Alvaro Dias y el candidato conservador y ferviente evangélico Cabo Daciolo. Otros cinco candidatos ya inscritos y con menor representación parlamentaria no fueron invitados al debate.
Fuente: La Capital