Cerca de 200.000 personas necesitan ayuda humanitaria urgentemente, según la oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA), incluyendo decenas de miles de niños.
Se calcula que 66.000 viviendas fueron derruidas el viernes por el temblor de magnitud 7,5 y el tsunami destructor que engendró.
Desde entonces, los supervivientes luchan contra el hambre y la sed por la falta de agua potable y de alimentos, mientras que las autoridades están desbordadas por el gran número de heridos.
"Aunque el gobierno y las organizaciones de emergencia trabajen sin descanso para aportar una ayuda vital, las necesidades siguen siendo inmensas", indicó el martes la OCHA en un comunicado.
"Los equipos que trabajan en el lugar tienen un sentimiento de frustración", explicó el martes por la noche en Ginebra Jens Laerke, de la OCHA.
"Todavía no se ha llegado a partes importantes de lo que podría ser la zona más afectada, pero los equipos se esfuerzan y hacen cuanto pueden".
En la ciudad de Palu, golpeada de lleno por el tsunami, la policía efectuó disparos de advertencia y lanzó gases lacrimógenos para dispersar a la gente que saqueaba comercios.
"El balance es ahora de 1.374 muertos y 113 heridos", anunció el martes en Palu, en la costa oeste de Célebes, Willem Rampangilei, director de la agencia indonesia de gestión de catástrofes naturales.
"Todavía hay cuerpos atrapados entre los escombros. No sabemos cuántos. Nuestra prioridad sigue siendo encontrar y salvar a la gente".(AFP)