“Por tercer año consecutivo hay malas noticias” para América Latina y el Caribe, donde aumentaron las cifras del hambre y “esta afecta a 39,3 millones de personas”, 6,1 por ciento de su población, resumió con pesadumbre este miércoles 7 Julio Berdegué, representante regional de la FAO.
Berdegué presentó en la sede regional del organismo en Santiago las conclusiones del Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional 2018, que trae más malas noticias: también crecieron la desnutrición y la obesidad, en una situación vinculada íntimamente con la persistencia de la desigualdad en los países de la región.
El documento fue elaborado conjuntamente por la división regional de cuatro agencias de la ONU: la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), y el Programa Mundial de Alimentos (PMA).
Las cuatro organizaciones llamaron a los gobiernos de la región a aplicar políticas públicas que combatan la desigualdad y promuevan sistemas alimentarios saludables y sostenibles.
El representante regional destacó el caso de Colombia donde “la paz empieza a dar dividendos en la erradicación del hambre”, al referir los efectos positivos de los acuerdos alcanzados entre el gobierno y la guerrilla en 2016.
En otro extremo aparece Venezuela que paso a ser uno de los países con mayor número de personas que padecen hambre: 3,7 millones de personas que son el 11,7 por ciento de su población.
Desde 2014, Argentina, Bolivia y Venezuela incrementaron el número de personas subalimentadas. La mayor súbida ocurrió en Venezuela con un aumento de 600.000 personas, tan solo entre los trienios 2014-2016 y 2015-2017, revela el Panorama.
Otros países muy afectados por el hambre son Haití, con cinco millones de personas, equivalentes a 45,7 por ciento de su población, y México con 4,8 millones, que representan 3,8 por ciento de su población.
Sin embargo, tanto en Haití como en México el hambre se redujo en los últimos tres años. Igual en Colombia y en República Dominicana. Estos son los únicos cuatro países de la región que lograron una reducción desde el 2014. “Si Haití lo puede hacer (reducir el hambre), todos los demás países pueden“, dijo enfático Berdegué.
Según el Panorama, la velocidad del hambre en la región aumentó porque entre 2015 y 2016 el número de subalimentados creció en 200.000, pero entre 2016 y 2017, se incrementó en el doble: 400.000 personas.
Para Berdegué, los números son dramáticos porque “no se trata de estar más cerca de la meta de hambre cero (para 2030). El objetivo no es unas pocas personas menos con hambre”, quien destacó que esta es una región productora y exportadora de alimentos, donde “no falta comida, lo que falta es dinero para comprarla”.
Agregó que la inseguridad alimentaria grave afecta a 47,1 millones de latinoamericanos y caribeños y “lo peor es que la mayor parte de ellos viven en Sudamérica, la zona más rica de la región. ¿Cómo es posible que 62 por ciento del problema del hambre esté en Sudamérica?, se preguntó. El documento establece un estrecho vínculo entre desigualdad económica y social y los mayores niveles de hambre, obesidad y malnutrición de las poblaciones.
Cinco millones de niños padecen hambre “y el problema grave es que ellos corresponden a los quintiles más pobres y viven una condena a una vida muy limitada”, dijo Berdegué.
Precisó que las cuatro agencias de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) establecieron una correlación del hambre con la pertenencia a algunas etnias.
“En Perú, 25 por ciento de los niños quechuas y 23 por ciento de los aymaras sufren desnutrición crónica, mientras que esta a nivel nacional es de 16 por ciento”, ejemplificó.
Simultáneamente, cada año aumentan en 3,6 millones las personas obesas y hoy uno de cada cuatro adultos de la región es obeso. Unos 250 millones viven con sobrepeso, 60 por ciento de la población regional.
El sobrepeso afecta a 3,9 millones de niños y niñas menores de cinco años, cifra que supera el promedio mundial de 5,6 por ciento, indica el informe.
“Es una epidemia desbocada y fuera de control. Nunca hemos comido tan mal. Hay que cambiar el eje hacia una alimentación saludable y nutritiva”, subrayó Berdegué. Agregó que 18 países de la región producen frutas y verduras, pero las exportan.
“Es indispensable regular las grasas y sales de los alimentos. Hay mucha gente a la cual no le alcanza el dinero para comer saludable. Los currículos escolares deben incluir la alimentación sana y saludable”, enumeró Berdegué al plantear las soluciones posibles para afrontar la epidemía.
Carissa F. Etienne, directora de la OPS, aseveró que “aunque la desnutrición persiste en la región, en particular en poblaciones vulnerables, también se suman la obesidad y el sobrepeso que afectan de manera particular a esos grupos”.
“Es necesario un enfoque multisectorial, que va desde asegurar el acceso a alimentos balanceados y saludables hasta abordar otros factores sociales que también impactan sobre estas formas de malnutrición, como el acceso a la educación, el agua y saneamiento y los servicios de salud”, indicó en una conexión desde su sede en Washington.
A su juicio, “debemos avanzar en el acceso a la salud universal para que todas las personas puedan recibir la atención y medidas de prevención que necesitan por temas de malnutrición y sus consecuencias a largo plazo”.
El Panorama resume que el hambre, la desnutrición, la carencia de micronutrientes, el sobrepeso y la obesidad afectan más a las personas de menores ingresos, a las mujeres, a los indígenas, a los afrodescendientes y a las familias rurales de la región.
En América Latina 8,4 por ciento de las mujeres viven en inseguridad alimentaria severa, en comparación con el 6,9 por ciento de los hombres y las poblaciones indígenas sufren mayor inseguridad alimentaria que las no indígenas.
En 10 de sus países, 20 por ciento de los niños y niñas más pobres sufren tres veces más la desnutrición crónica que el 20 por ciento más rico. Según el Panorama, una de las principales causas del alza de la malnutrición en los grupos de población especialmente vulnerables son los cambios que han sufrido los sistemas alimentarios de la región y el ciclo de los alimentos desde su producción hasta su consumo.
Los mayores efectos se producen en los sectores más excluidos que, si bien han aumentado su consumo de alimentos saludables como leche y carne, muchas veces deben optar por productos con alto contenido en grasa, azúcar y sal, porque tienen menor costo.
En cuanto a la división por género, el Panorama indica que 19 millones de mujeres sufren inseguridad alimentaria severa, en comparación con 15 millones de hombres.
En todos los países, la tasa de obesidad de las mujeres adultas es mayor a la de los hombres; en 19 de ellos, la tasa de obesidad femenina es al menos 10 puntos porcentuales superior a la de los hombres.
“La equidad de género es un valioso instrumento de política para reducir desigualdades. Necesitamos fortalecerla en la práctica, lo cual involucra promover la igualdad en el acceso y control de los recursos del hogar, así como en las decisiones para empoderar a las mujeres en desigualdad”, dijo Miguel Barreto, director regional del PMA, desde Ciudad de Panamá. (NODAL.AM)