Se dice muchas veces, con ligereza, que la invasión cultural que sufre nuestra sociedad en este mundo globalizado es imparable y que nuestros jóvenes se han alejado de la herencia de sus antecesores. Pero no es tan así. Hay ejemplos que pueden ser la excepción a la regla y vale la pena destacarlos.
Un pequeñito grupo de cuatro bailarines folclóricos sacudió días atrás las redes sociales al llevar su arte -la danza- a las propias calles, donde en vez de limpiavidrios o malabaristas se encontró con este miniballet, al que se lo comenzó a llamar "los gauchos en zapatillas".
Este acto resultó ser la punta del iceberg de algo más grande y más profundo. Muchos se preguntaron quiénes son estos chicos zapateadores en calzado deportivo y resultó que se trata de parte de un ballet llamado Querencia Criolla, que tiene sede en el centro comunitario de la unión vecinal del barrio Patrón Santiago, en Capilla del Rosario, Guaymallén. Ellos son Alexander y Luciano Macay, Facundo Agraín y Facundo Flores.
"Esta idea de que los chicos bailaran en el semáforo de calle Paso de los Andes y Emilio Civit, de Capital, fue, en primer lugar, para conmemorar el Día de la Tradición y en segundo lugar, ver si se podía recaudar más fondos para comprar elementos para vestir al ballet", explicó el profesor Marcos Verdier, que junto con Karen Mansilla creó este grupo de entusiastas bailarines.
"La verdad es que al principio nos daba vergüenza y algo de miedo, pero la gente nos felicitó y nos trató muy bien. Además, pudimos recaudar como 1.500 pesos", coincidieron los hermanos Macay, Flores y Agraín, los bailarines que representaron a un gran grupo de chicos con quienes practican las danzas nativas.
El objetivo primario del grupo es vestir a todos con todos los atavíos gauchescos para lo que ellos tienen como gran cierre de año: la gran peña a realizarse en la unión vecinal Profesor Mathus (barrio La Micela), en Bermejo. Este encuentro tuvo inicio el año pasado, con gran éxito, pero para este año el crecimiento en expectativa parece haber sido explosivo.
Si bien el dinero fue escaso, la idea prendió y ayudó para que la gente conociera al grupo. "Los vestidos y el calzado para bailar folclore son caros. Mucho aportan los propios padres, que se sacrifican mucho, y también hacemos rifas. Si buscáramos cubrir los gastos de vestuario del todo el ballet, donde tenemos tres grupos -mayores, juveniles (los del semáforo) y los infantiles- necesitaríamos cerca de 80.000 pesos, en telas, cueros, botas y sombreros", explicó Venier, profesor de danza de apenas 24 años.
Consultado por quien confeccionaba las prendas con los insumos comprados, el profe Marcos sorprendió con su respuesta: "Yo lo hago. Armo las rastras y cinturones, para que así estén uniformados y sea accesible para todos", dijo.
Por su parte, la profe Karen, que viene de Rodeo del Medio, presentó con mucha timidez su trabajo: "Me apunto al trabajo con las chicas en exclusivo. Mi búsqueda es que se sumen cada día más, ya que al principio venían muy pocas, pero ellas se fueron entusiasmando y por el boca a boca creció mucho la cantidad de bailarinas".
El gran plan de los conductores de esta escuela de danza es competir fuera de la provincia en 2019. Inicialmente, sería en San Luis.
Lo que se inició hace cuatro años como un grupo para mayores -los que hoy llegan a ser 12 varones y 14 damas- aseguró su futuro con los juveniles -9 chicos y 12 chicas-, los infantiles -8 nenas y 9 varones-. También hay una categoría adultos, con un total de 20 bailarines.
Fuente: UNO Mendoza