Hace 50 años, The Beatles ofrecía, sin saberlo, su última actuación en un improvisado y sorpresivo concierto en la terraza del edificio donde funcionaba su discográfica Apple, a modo de punto final de las caóticas sesiones del disco y documental "Let it be", que se convirtiría en un hito en su carrera y adquiriría una dimensión mítica con el paso del tiempo.
El mediodía de un gélido 30 de enero de 1969, los transeúntes del coqueto y apacible barrio Mayfair, en Londres, iban a detener su marcha durante 42 minutos en los alrededores del edificio del Nº 3 de Saville Row, para escuchar seis canciones inéditas del conjunto más famoso del mundo.
En la terraza, a salvo de la vista de los transeúntes pero no de quienes se treparon a los techos para acercarse a ellos, John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr desafiaban el frío y el malhumor imperante entre ellos para brindar una vibrante actuación, rodeados por colaboradores y un equipo de filmación que los seguía desde hacía casi un mes para dar forma a un documental.
Tan icónica resultó esa imagen en la historia del rock que ha sido recreada con distintos fines en diversas ocasiones, desde el homenaje en el video "When the streets have no name" de U2 y de los locales Attaque 77 en "Beatle", hasta la parodia en el dibujo animado "Los Simpsons", en un capítulo en el que Homero actúa en un grupo vocal llamado Los Borbotones junto a Harrison, quien pone su voz para criticar en una escena la falta de originalidad del cuarteto de la ficticia Springfield.
En el accidentado concierto de la terraza, en el que el grupo de Liverpool contó con la participación especial de Billy Preston en el piano, se interpretaron "Get back", "Don't let me down", "I've got a feeling", "One after 909" y "Dig a pony".
Cuando interpretaban nuevamente "Get back", irrumpió la Policía, que ordenó poner final a la actuación por la alteración al orden público que había provocado el sorpresivo concierto.
En medio de una crisis terminal, The Beatles había iniciado el 2 de enero, en los estudios de cine de Twickenham, las sesiones para lo que sería su nuevo disco, que eran documentadas por el realizador Michael Lindsay-Hogg para un filme.
Tras varios años de experimentación en el estudio, la idea de registrar un disco tocando en vivo en el estudio, en un intento por recuperar la magia perdida ante la mala relación personal entre sus miembros, aparecía como una última tabla de salvación.
Sin embargo, la idea no hizo más que dejar expuestas las diferencias que había en el seno del grupo, problemas que se agravaron ante lo poco cálido que resultaba el ambiente en los estudios elegidos.
La solución para que el proyecto pudiera seguir adelante fue mudarse al familiar ambiente de Apple y sumar a Preston, viejo amigo de sus primeras giras. "Nadie quiere pelear cuando hay un invitado en tu casa", razonó Harrison, años más tarde, en un documental.
Otro foco de conflicto en el grupo era la postura ante los conciertos en vivo, puesto que mientras McCartney insistía en retomar las giras, Lennon y Harrison se negaban rotundamente.
Tras barajar ideas como ofrecer un concierto para ponerle punto final al nuevo proyecto en las pirámides de Egipto o en Túnez, entre otras alternativas, se resolvió de manera improvisada tocar en la terraza de Apple.
"Quiero darles las gracias en nombre del grupo y espero que hayamos pasado la prueba", cerró burlón Lennon la actuación, en lo que resultó una profética frase que resumía los años de actividad del grupo y presagiaba el inminente final.
Fuente: La Capital