El temporal se extiende por Perú con deslizamientos e inundaciones Todas las regiones del país han sido alcanzadas por el fenómeno conocido como Niño costero, que se produce por un inusual calentamiento del océano Pacífico, que baña las costas peruanas. Solo en las últimas horas, siete personas murieron por un huaico —riada de agua, piedras y barro— ocurrido en la región La libertad.
El agua se evapora en grandes cantidades y se condensa al llegar a la sierra, ocasionando las lluvias que terminan por desbordar las cuencas hidrográficas. La zona más perjudicada por la emergencia sigue siendo el norte de Perú, en especial la región Piura.
La ayuda humanitaria se ha concentrado ahí y, como las carreteras han quedado inservibles a causa de las inundaciones, la Fuerza Aérea ha tendido un puente aéreo para hacerla llegar desde Lima. En Trujillo, la quebrada de San Idelfonso colapsó por cuarta vez, con una magnitud superior a sus predecesoras.
El cementerio Mampuesto volvió a anegarse, los mismo que las calles del centro y la Plaza de Armas. La rotura de un canal madre dejará por tres días sin agua potable a la ciudad. Las condiciones de salubridad, con aguas empozadas y el sistema sanitario colapsado en numerosos puntos, han comenzado a ocasionar las primeras infecciones.
En Lambayeque, se registró un brote de leptospirosis, con 26 casos. El Ministerio de Agricultura advirtió que pronto podría aparecer un brote de ántrax. La capital también ha sido golpeada por los temporales. Para verlo, basta visitar las afueras de la ciudad, donde los ríos Huaycoloro y Rímac se encuentran.
El paisaje se repite en cada vecindario: casas destruidas o inundadas, negocios arrasados, calles rotas y con escombros, gente desesperada por ayuda, que llega a cuentagotas. 27 distritos de Lima perdieron el servicio de agua potable, luego de que se decidiera cerrar la bocatoma de la planta de tratamiento La Atarjea, alimentada por un cauce que ha venido cargado de lodo, piedras y madera.
Para enfrentar esta emergencia, la autoridad del agua fijó varios puntos de distribución con camiones cisterna. Las cadenas de solidaridad se han multiplicado. En el patio frontal de Palacio de Gobierno, la Primera Dama, Nancy Lange, coordina la recepción de víveres y ropa, que los voluntarios y miembros del Ejército suben a camiones para iniciar su distribución.
La ayuda aún no llega a todos los damnificados. Mientras la esperan, en los vecindarios se cocinan ollas comunes, se organizan cuadrillas para desaguar las casas, recuperar las avenidas, levantar el desmonte y las piedras, y garantizar que a nadie le falte un techo. También vuelven a levantar las defensas callejeras, a la espera de un nuevo huaico, que puede llegar en cualquier momento. (El País)