“Podíamos haber firmado un acuerdo, pero no creí que fuera apropiado”, declaró Trump, en una rueda de prensa pensada, inicialmente, para lanzar las campanas al vuelo sobre un acuerdo, y que al final tuvo que dedicarse a dar explicaciones sobre el fracaso.
El problema se debió a diferencias insalvables en las expectativas de cada equipo y a un aparente error de cálculo sobre lo que cada parte estaba dispuesta a ceder. Un error de cálculo tan craso como inexplicable: ¿no era obvia la enorme diferencia en posiciones antes de la cumbre? Y si lo era, ¿cómo no se llegó a Hanói con una contraoferta aceptable para Pyongyang?
Según lo explicó el presidente estadounidense, Corea del Norte había accedido a desmantelar su centro nuclear de Yongbyon, el corazón histórico de su programa de armamento, a cambio del levantamiento de todas las sanciones impuestas contra este país. Algo que Estados Unidos no quería dar. Y Pyongyang se negaba a incluir otras instalaciones nucleares, como le exigía Washington.
“Estaban dispuestos a desnuclearizar una gran parte de las áreas que queríamos, pero no todas. Así que tuvimos que levantarnos de la mesa”, explicó el presidente. En suma, el gran escollo principal de todo el proceso, la diferente interpretación que cada parte hace de la palabra “desnuclearización”, ha podido más que todos los buenos deseos.
Para Corea del Norte, se trata de un término vago, algo a conseguirse en algún momento en el futuro y que debe incluir la desaparición del paraguas nuclear estadounidense que protege a Corea del Sur pero amenaza su territorio.
Para Estados Unidos, es el desmantelamiento completo y verificado del armamento no convencional norcoreano y sus instalaciones de producción.
El secretario de Estado, Mike Pompeo, insistió en que, pese a lo que pueda parecer, se han logrado progresos. Las conversaciones no se han roto; las respectivas delegaciones, encabezadas por Stephen Biegun y Kim Hyon-Chol, volverán a reunirse en el futuro para tratar de llegar a un lugar en el que las posiciones coincidan. Según Trump, no es imposible: “Hay una cierta distancia, aunque estamos más cerca de lo que estábamos hace un año”. (elpais.com/internacional)