Existen en el mundo del fútbol certezas y evidencias que no pueden discutirse. Por ejemplo, que Brasil es, en la historia de este hermoso deporte, el país que mejor está dotado de futbolistas de élite. Que por eso es el más campeón de todos (Penta). Que muestra una técnica difícil de equiparar. Que respira fútbol como muy pocos y que por eso su idiosincracia tiene una relación directa con la pasión que se genera a través del mismo. Todo esto lo ha llevado al encumbramiento total, indudable e indiscutible. Y lo ha generado por sus propios medios. Esta es la parte incuestionable.
Ahora bien. El poder futbolistico también está acompañado en muchas oportunidades por el poder político, situación que Brasil ha mostrado con los rostros visibles de Joao Havelange y Ricardo Teixeira en FIFA, apuntalando la capacidad de sus equipos con la fuerza poderosa de lo institucional. (Ej.: La salida de Diego Maradona en el Mundial de 1994, en EE.UU., cuando Argentina tenía muchas posibilidades de llegar a lo más alto. Havelange era el presidente de FIFA y en definitiva Brasil llegó a la final y fue campeón.- Sanción con sabor a despojo) Esta es la parte cuestionable.
Este introito sirve para que entendamos los hechos ocurridos en la Copa América que los brasileños obtuvieron, derrotando en la final a Perú por 3 a 1. Quiero aclarar, que en muchas oportunidades, los argentinos nos sentimos estafados sin que haya ocurrido la estafa, o que hemos"llorado" derrotas buscando culpables que no existieron. Eso está claro y hay que asumirlo. Porque nuestro exitismo nos lleva en muchas oportunidades a no ver la realidad y escondernos en excusas que no son válidas.
Pero en esta oportunidad las sospechas tienen asidero, debido a situaciones que no se midieron de la misma manera. Estoy hablando exclusivamente del VAR, este nuevo soporte tecnológico, que supuestamente llegó al fútbol para aplicar justicia, ante fallos de los árbitros que pueden perjudicar a cualquier equipo.- Y quedó demostrado en muchas oportunidades que es muy válido para que no haya perjudicados. Pero a esta tecnología la manejan seres humanos que ante presiones fuertes hacen tambalear "esa estricta justicia".
Y todo aquello que creíamos impoluto, se manchó en un partido clave: Brasil - Argentina. Quedó en evidencia ante la ausencia de pedido de VAR, en jugadas con faltas muy claras que debían tener, por lo menos, un pedido para revisar las mismas, que de haber tenido por parte del arbitro la sanción adecuada, le hubiese dado a nuestra selección la oportunidad de cambiar el trámite del cotejo, lo que paralelamente habría afectado a Brasil. Todo esto, teniendo en cuenta que en partidos anteriores, se había usado el VAR con mucho celo, demasiado diría yo. Por ello, las sospechas y las dudas aparecieron de súbito, Y con cierta razón. Brasil, el organizador poderoso, estaba en medio de la polémica.
Todo lo que aporte justicia al fútbol bienvenido sea. Todo aquello que le de claridad y avente suspicacias debe ser aplicado sistemáticamente.
Pero para que ello ocurra, tienen que cambiar las posturas sospechosas de quienes manejan la CONMEBOL, que tiene presos a más de una decena de dirigentes de la gestión anterior por corrupción, pero que aún no encuentra el camino de transparencia que se necesita para que el fútbol cambie de una vez por todas en lo institucional.
A la justicia que se debe aplicar irrestrictamente hay que agregarle la idoneidad de dirigentes, árbitros y en algunos casos de periodistas que también son lacayos de los poderosos y se inclinan ante sus intereses.-
En este caso el VAR volvió a mostrar el lado flaco del fútbol. No por el aporte tecnológico en si mismo que es muy valorable, sino por los humanos que lo manejan. En la Copa América el VAR ensució al fútbol. Hay que limpiarlo.