El primer capítulo del año 2020 dejó una sensación de vacío total en el mundo sabalero.
La derrota ante el equipo santiagueño, más la forma en que se dio, acrecentaron las dudas y colocaron al equipo en una situación muy delicada.
Todos pensaban que se podía dar un cambio con respecto a lo hecho anteriormente. Pero futbolísticamente nada cambió. Diría que hasta se profundizó la crisis del juego.
A la par, acciones colaterales enturbiaron aún más lo que debería estar claro para que todo transite con normalidad. Para que el trabajo del plantel sea adecuado.
La redundante y novelesca historia de Brian Fernández, el ingreso de los hinchas en forma impune a una de las prácticas y la presencia amedrantadora de la misma en Santiago del Estero, la pulseada previa de los dirigentes con los jugadores por los premios de la pasada sudamericana, jugadores como Ortiz que declaran en contra de la institución y se quieren ir, son algunos de los elementos nocivos que atentan contra la tranquilidad que debe reinar en un momento tan difícil como el que pasa el Rojinegro.
En la lucha interna es bueno tirar de la cuerda para defender la institución. Pero si la cuerda se tensa permanentemente ante cualquier vicisitud, se termina cortando y el efecto es de caída hacia ambos lados.
La Comisión Directiva, especialmente Vignatti, deben entender que Colón necesita paz. El mismo Osella expresó después de la derrota en tierra santiagueña que "necesitamos armonía para encontrar el camino de la recuperacion". Frase sencilla pero contundente para el momento sabalero.
Por ahora pareciera que no hay reacción. Ni de un lado ni del otro. Que nadie entiende por lo que juega Colón. Así es muy difícil encontrar el camino que quiere transitar Osella.
Tocar la realidad es sincerar el momento. De lo contrario todos en el mundo rojinegro seguirán sufriendo.
La premisa es DARSE CUENTA.