Para los griegos Asclepio era el Dios de la Medicina.
Los Romanos mas tarde lo llamaron Esculapio y tambien lo veneraban.
Asclepio era hijo de una bella y trágica historia de amor: Apolo, el bello dios, se enamora perdidamente (el amor pierde a dioses y humanos por igual) de una joven y hermosa mortal, Coronides, y la seduce convertido en un fulgurante Cisne blanco.
La hermosa Coronides no creyó haber quedado embarazada de un Cisne y continuó su noviazgo con un joven llamado Isquis que era mortal como ella y jamas se presentaba como un Cisne sino que hacia cosas de humanos y tuvieron sexo en aquellas paradisíacas montañas de las islas del Peloponeso.
Enterado de esta traición Apolo asesina a la hermosa Coronides y antes de que ella muera saca de su vientre a Asclepio.
Encarga su crianza a otro semi-dios, el centauro Quirón que, al ser mitad hombre y mitad caballo conocía todos los secretos de la naturaleza, era un eximio medico, ciencia que le enseña a Asclepio.
El fin de la vida de Asclepio no fue agradable; Zeus muy contrariado porque el habilidoso médico semi-dios resucitó a algunos muertos famosos lo fulminó con su poderoso rayo.
Sin embargo, todas las enseñanzas de Asclepio se continuaron en la tierra como una forma mítica- religiosa de medicina.
Los hospitales de la antigua Grecia eran verdaderos templos grandiosos, con jardines a diferentes niveles, agua pura que circulaba por todos los cuartos, música, obras de teatro, buena comida, masajes, aromaterapia, se buscaba que el paciente descanse, y solo sienta cosas buenas y bellas, y se creía que se curaban si en algunas de esas noches soñaban con Asclepio,o con su serpiente o su perro, animales míticos que conocen los secretos de la vida y la muerte.
Hoy todavía existen ruinas de aquellos famosos hospitales (llamados Asclepeion) como los de Epidauro, Cos y Pergamo.
Las hijas de Asclepio eran Hygia y Panacea.
Hygia amaba la vida sana, el agua pura, los baños del cuerpo, los alimentos frescos, el arte, la música y los libros.
Panacea era la farmacia, el medicamento exacto, la bala de plata, la curación por medio de el método exacto.
Nos legaron las palabras higiene y panacea.
Los habitantes de Atenas adoraban a Hygia porque sus enseñanzas los salvaron de las dos mayores pestes de la antigüedad casi 400 años antes de Cristo. En unas de ellas murió Pericles el mentor de Sófocles y Eurípides.
Lo mas probable es que el gérmen causante de aquellas plagas fuera la salmonella,una bacteria que produce la Fiebre Tifoidea y que se trasmite por el agua y las manos.
La humanidad salió adelante.
Sin embargo, con el tiempo empezó a predominar Panacea, la ciencia exacta, la píldora mágica, lo que se logra sin esfuerzo de la comunidad y la solidaridad.
Hoy estamos todos en casa.
Rezamos a Hygia cada vez que nos lavamos las manos, leemos, gozamos de la música o dormimos bien.
Esperando la visita en sueños de Asclepio, su ternura, su calma, su alivio.
Pero tal vez el sueño ya lo estamos construyendo, mirándonos sin espantarnos, esperando que el otro se cuide y me cuide.
La pesadilla siempre termina. Esperemos que este sueño nunca termine. Y Hygia se quede para siempre en casa.
Pablo Rios, médico.
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