Es muy fácil entender las diferencias de intereses entre el Gobierno Nacional “actual” y los acreedores. El actual Gobierno argentino propone pagar la deuda en un marco de crecimiento económico sostenido y sustentable, que garantice la creación de empleos para mejorar la calidad de vida de los argentinos o al menos no reducirla o que se reduzca lo menos posible, en el marco de la gran crisis de deuda externa recibida.
Los acreedores tratan de cobrar lo máximo posible, en el capitalismo a las empresas las mueve el lucro, no hay otra lógica dominante.
El Gobierno nacional sabe por experiencia y por lo escrito por economistas heterodoxos y estructuralistas, que en un proceso de crecimiento económico de economías con estructura productivas desequilibradas, con industrialización trunca como Argentina, el incremento del nivel de importaciones necesarias para el desarrollo de la actividad es tres veces superior al crecimiento del producto, por lo cual, se hace necesario contar con un mayor nivel de reservas genuinas para financiar ese nivel de crecimiento y pagar los compromisos asumidos.
Los acreedores externos, más allá de sus intereses, no tienen en consideración la particular dinámica de la economía argentina ante periodos de crecimiento económico, porque la analizan como si se tratara de una economía desarrollada y madura, donde una simple devaluación incrementa exportaciones y disminuye importaciones brindando una oferta suficiente de dólares que permite zanjar los problemas de la balanza externa y aumentar la capacidad de pago en moneda de pago internacional. Esta situación se observa principalmente en los países desarrollados.
Sin embargo, esta situación no se refleja en las economías de países en proceso de industrialización como el nuestro, con estructuras productivas desequilibradas. Donde básicamente coexisten dos sectores: un sector exportador primario que opera a precios internacionales, oferente de divisas, y un sector industrial que opera a un nivel de precios y costos superiores respecto del sector agropecuario, demandante de divisas para su desarrollo.
En estos países, un incremento del nivel de actividad sin cambios en la estructura arancelaria y sin promoción y protección de sus industrias, provoca un fuerte incremento de importaciones y vuelve impagable los compromisos de deudas asumidos. Por ello, la reestructuración de la deuda debe contemplar que el crecimiento significará mayor necesidad de dólares y lógicamente por ello los plazos y quitas de la reprogramación de la deuda deben contemplar plazos mayores y superiores quitas que si se tratara de un país desarrollado que opera bajo los mandatos de la teoría tradicional, porque esta teoría se desarrolló observando lo que ocurría en países centrales e industrializados como era el caso de Inglaterra, con David Ricardo a principios del siglo XIX, Keynes en la crisis de 1929 o Milton Friedman desde la ortodoxia liberal observando a Estados Unidos.
El hecho de que cuando aumenta el producto aumentan mucho las importaciones (3,5 veces en el caso argentino, básicamente de origen industrial, maquinarias, repuestos, insumos industriales) se denomina alta elasticidad de las importaciones respecto del ingreso. Mientras que nuestras exportaciones crecen de manera unitaria, dicha asimetría hace insostenible el equilibrio externo y por ello, se necesitan políticas públicas que corrijan esta tendencia y que los acreedores entiendan que si ello no se reconoce en el flujo de divisas que contemple en la próxima renegociación, un posible crecimiento de la producción, en dos o tres años acarrearía un nuevo déficit en la balanza de pagos, impulsado por un incremento de las importaciones industriales y dicha renegociación sería solo una ilusión, mientras una nueva crisis de deuda sería su consecuencia irreversible.
Entender la relación entre producto e importaciones, lo que denominamos elasticidad de las importaciones, está en el centro de la disputa entre el Gobierno nacional y los grupos acreedores. También están en disputa los conceptos ortodoxos basados en las experiencias de economías desarrolladas que solo recomiendan ajuste y devaluación y los conceptos de las teorías basadas en el amplio y profundo reconocimiento por parte de la heterodoxia nacional de las estructuras desequilibradas de nuestra América Latina y de las elasticidades disímiles para exportaciones e importaciones.
Artículo redactado por la Licenciada Betiana Mendoza y el Licenciado Alberto Papini