Cuando comencé a trabajar en esta profesión, allá por 1984, las emisoras de AM eran las reinas y señoras del aire, imprescindibles como fuente de información y entretenimiento. Las FM recién estaban llegando y, explotando su calidad de sonido, sólo se dedicaban a pasar mucha música y pocas palabras.
De las irrompibles Olivetti color marrón salían las noticias que los periodistas del servicio informativo redactaban para los boletines, que eran leídos, en el mejor de los casos, ante un micrófono Neumann, el más famoso de la época, aunque con un RCA de la década del cincuenta también nos arreglábamos.
Todos pendientes de la cablera o teletipo, que ininterrumpidamente imprimía, una tras otra, las noticias de diversas agencias. Por ahí se trababa el rollo de papel o se agotaba la cinta de máquina de escribir y había que reemplazarla, y siempre quedaba la incertidumbre si en ese lapso no nos habíamos quedado sin ver alguna información importante.
En el estudio, los grabadores de cinta abierta Revox y las dobles casseteras trabajaban a destajo, como las bandejas giradiscos. Había que indicarle al operador lado y banda del long play, para que pusiera el tema musical que queríamos que saliera al aire.
Cualquier estudiante de periodismo que esté leyendo esta columna, pensará que lo anterior es ciencia ficción. O un capítulo de “La Dimensión Desconocida”, no la original por supuesto, sino la remake que se estrenó este año. Sin embargo, así era el periodismo de la radio no hace tanto. Sólo 30 años, o menos, nos separan de la realidad que ellos hoy conocen.
La tecnología cambió, pero el periodismo sigue siendo el mismo. O por lo menos es lo que tratamos de enseñar en los institutos y las facultades. Buscar la información, chequearla, confrontar diversas fuentes, dar cabida a todas las opiniones, se hizo antes desde un teléfono con disco y se hace ahora desde un celular. Se redacta en una máquina de escribir o en una computadora. Se edita de cinta a cinta o de cassette a cassette, o en un programa en una notebook. De los archivos en cajas que contenían cintas, cassettes, recortes de diarios, periódicos y revistas, a todo eso en un pequeño pendrive.
El imprescindible sigue siendo el periodista. Que debe dominar las nuevas tecnologías pero no debe olvidar su rol. Como dice una frase que anda dando vueltas en internet “el trabajo del periodista no debe ser opinar si llueve o no llueve, sino salir a la calle y ver si llueve”. Recordar que, como dijo Charles Scott, columnista del diario británico The Guardian, y uno de los impulsores del periodismo moderno, “los hechos son sagrados, las opiniones son libres”. Y aportar algo de claridad a la confusión general.
A todos los presentes y futuros colegas, un feliz día del periodista.
*Carlos Branca. Periodista. Docente de la carrera de Comunicación Social y Director del Instituto Superior Nº 12 Gastón Gori