Las artesanías Qom tienen siglos de historia, son un legado cultural de la comunidad. Sin embargo, esa forma de arte se circunscribía, únicamente, a la venta casa por casa de las mujeres Qom o a encargos que se vieron frustrados por la pandemia. Desde ahora, esos trozos de arcilla o palma que las manos curtidas de historia convierten en arte, tienen su espacio en la Feria de la Costanera, a la altura de la Universidad Tecnológica.
La iniciativa de instalar un stand en la feria surgió en las mesas de diálogo que integrantes de la Comisión Municipal de Asuntos Indígenas (CEMAI) y representantes de los pueblos indígenas mantienen semanalmente. La pandemia hizo que se caigan muchos de los encargos que tenían las artesanas y los productos se amontonaban en las viviendas. Ese fue uno de los motivos prácticos para participar de la feria.
El puesto es compartido por miembros de dos comunidades Qom, una del barrio Las Lomas y la otra de Santo Domingo. En total son 72 artesanas las que fabrican y comercializan sus productos en lo que representa un nuevo espacio para exhibir parte de sus tradiciones.
La voz de las mujeres
Gladis Jara y Sandra Lezcano representan a las artesanas en los encuentros con la Municipalidad. A los 28 años, Gladis toma la posta y busca generar cambios para su comunidad del barrio Las Lomas. “Está muy presente el caciquismo, es un gran desafío ser mujer y plantear una visión diferente”, asegura Gladis, que además de llevar la voz de las mujeres y hacer artesanías, ayuda con una copa de leche, al mismo tiempo que estudia para finalizar la escuela secundaria. “Acá estamos, trabajando con ellas, junto con Sandra, llevamos todo lo que la mujer Qom quiere cambiar dentro de la comunidad”.
Cuando Gladis habla de cambios se refiere a modificaciones estructurales. “Lo que intentamos hacer es que la mujer sea partícipe de las decisiones de la comunidad”, sostiene, y añade: “El cambio que realmente quiero es formar mujeres y chicos que el día de mañana no tengan que ser ofendidos o señalados como pobrecitos”.
Todos a la Costanera
El primer domingo en el stand había un cierto temor a la estigmatización entre las artesanas. “El primer caso de COVID-19 positivo en la ciudad fue dentro de la comunidad. Sin embargo, apenas llegamos se nos acercaron todos los artesanos, fueron más que amables al igual que los clientes. Hubo compañeras que pudieron vender sus artesanías e incluso tuvimos varios encargos”, afirma Gladis.
En esa línea, la mujer sugiere a los vecinos que los fines de semana vayan a la Costanera y “vean no sólo lo que nosotras exponemos sino que también miren el libro que han hecho unos jóvenes de la comunidad. También que vean lo que otros artesanos exponen y que puedan ayudarlos. Lo que es hecho a mano es más rico en sabiduría que lo que viene de una fábrica”.
Otro futuro posible
Para la preservación de las artesanías, el rol de las mujeres Qom es indispensable ya que “son la fuente de la cultura porque mantienen estos métodos artesanales que han sido preservados por años y años”.
Pero además, Gladis sueña con “armar un mecanismo de representatividad que sea elegido por las mujeres y que permita a futuro lograr un desarrollo sostenible para la comunidad”. Reconoce que son cambios trascendentes, que llevan tiempo: “Yo no espero ver hoy en día lo que quiero, pero sí deseo que cuando sea vieja pueda ver a alguien que sea médico o abogado que sea de mi comunidad y ahí sí partiría más que feliz. Por eso hay que incentivar hoy en día a esas mamás para que mantengan la cultura, pero que sea con otras visiones”.