Eduardo Domínguez: "Me pone feliz terminar invicto de local. Sabíamos la importancia que le da la ciudad a este partido pero también nuestro enfoque está en otro lado". (SIC)

Juan Manuel Azconzábal: "No tuvimos precisión en los últimos metros. Nos faltó el salto de calidad para lograr la clasificación". (SIC)

Estas dos frases, dichas luego del clásico en conferencia de prensa reflejan claramente las vivencias que a cada uno les dejó el cotejo pero a su vez resumen con exactitud lo ocurrido en los 90 y pico de minutos. 

Colón con mayor envergadura futbolística pero con el objetivo claro de llegar indemne para lo que ya estaba clasificado. Unión con la obligación de ganar para asegurar la clasificación pero sin los argumentos sólidos para lograr ese paso.  La ausencia de Lértora mostraba la evidencia de lo dicho por el técnico sabalero. Resguardarlo para los cuartos de final. 

Después de un primer tiempo levemente a favor de Colón, que encontró el gol sobre el final de esa etapa, Azconzabal que no había dispuesto al equipo en franca posición de ataque en ese período, quizás para no desequilibrarse y no ser sorprendido, debió apelar a los recursos necesarios para dar vuelta una historia compleja. Hizo los cambios para fortalecer la ofensiva y le dio resultado, ya que comenzó la segunda parte asediando a su rival y concretando el empate a los once minutos para ponerse a tiro de clasificación. 

Por su parte Domínguez sintió el impacto e inmediatamente reforzó la defensa por el temor implícito a perder el partido y que se desvié la posibilidad de llegar sano a cuartos de final. Y allí talló el mayor oficio y capacidad del equipo sabalero para por lo menos controlar a su oponente y no sufrir sobresaltos. Y puso al desnudo las debilidades ofensivas del rojiblanco emparentadas con la falta de jerarquía para superar a un rival acondicionado para defender su terreno en pos del objetivo trazado. 

En ningún momento después del empate Unión pudo conmover a su oponente. El empate final dejó tranquilo al local y frustró al visitante. Colón superó la incomodidad de jugar el clásico en la última fecha con el pasaje asegurado y Unión fue presa de sus propias debilidades y se quedó vacío nada menos que frente al rival de toda la vida. 

Ocurrió lo que uno suponía podía pasar. El rojinegro especulando con llegar bien al desafío siguiente. El rojiblanco intentando ganar pero sin esgrimir los elementos claves para superar la coyuntura. Se dio lo que la lógica imponía. No hubo impronta. Fue dinámica de lo pensado.