La isla indonesia de Bali se encuentra reviviendo una situación que no se producía desde 1963, cuando el Agung entró en una serie de erupciones que se prolongaron durante un año y mataron a unas 1.100 personas.
En esta ocasión, no hay víctimas mortales, pero la actividad volcánica ha paralizado el país y ya ha generado decenas de miles de desplazados, y se espera que el número aumente.
El aeropuerto internacional Ngurah Rai, en Bali, permanecerá cerrado hoy por segundo día consecutivo debido a la alerta.
"Se amplía el cierre del aeropuerto de Bali hasta la mañana del miércoles. Las autoridades aeroportuarias continúan con sus evaluaciones", ha declarado Sutopo Purwo Nugroho, director de información de la Agencia Nacional de Gestión de Desastres (BNBP, en indonesio), en un comunicado.
Agung continúa en erupción y expulsa nubes de ceniza a entre 2.500 y 3.000 metros por encima del cráter y columnas de vapor de agua, a la que se suma la actividad sísmica en la zona.
El portavoz ha asegurado que la posibilidad de erupciones más grandes "está aumentando" desde que el Centro de Vulcanología y Mitigación de Peligros Geológicos elevara ayer al máximo el nivel de alerta de erupción, aunque ha añadido que no es posible predecir la intensidad.
La nube de ceniza, que ha afectado a 22 pueblos cercanos al volcán, viaja en estos momentos en dirección suroeste, atraída por la baja presión del ciclón tropical Cempaka, situado cerca de la costa sur de la isla de Java, según Nugroho