El presidente estadounidense, Joe Biden, ordenó a los servicios de inteligencia que investiguen cuál fue el origen de la pandemia de Covid.
Noventa días es el plazo perentorio que el jefe de la -aún- primera potencia planetaria le puso a sus espías para que eleven un informe que despeje las especulaciones sobre el origen del coronavirus.
Se trata de una reacción un poco sobreactuada ante la difusión que cobró en los últimos días la teoría que señala que el virus no apareció fortuitamente, sino que provendría de un laboratorio de Wuhan en China. Hasta el principal epidemiólogo del gobierno, Anthony Fauci, expresó que "no está convencido" de que el virus se haya desarrollado de forma natural y alentó a que se realicen más investigaciones al respecto.
Previamente no hubo intentos serios por develar qué es lo que realmente sucedió, más allá de un pedido formal de informes que el gobierno de Australia elevó ante su par de China. En los Estados Unidos de la era Trump, se prefirió dar por sentado que el Covid-19 tenía nacionalidad -era el “virus chino”- en medio de la guerra comercial entre los dos países. Por su parte, las autoridades chinas siempre especularon con la idea de que el virus apareció en su país porque “alguien” lo puso allí. Pero nunca ofreció prueba alguna al respecto. Huelga decir que el manejo de la información del gobierno chino es -por lo menos- críptico.
Lo cierto es que el Covid-19 genera -además del daño a la salud ya conocido- un sinfín de teorías conspirativas.
Escenarios
El anuncio de Biden se produjo después de que un informe de los servicios de inteligencia estadounidenses señalaran que varios investigadores del Instituto de Virología de Wuhan enfermaron en noviembre de 2019 y tuvieron que ser hospitalizados.
La inteligencia estadounidense evalúa actualmente dos escenarios posibles: el virus surgió del contacto humano con un animal infectado, o bien, de un accidente de laboratorio. Sobre estas dos opciones, Biden dijo que dos de los servicios de inteligencia se inclinan hacia el primer escenario y un tercero hacia la idea del laboratorio, aunque desde la Casa Blanca no se ofrecieron detalles respecto de qué agencia abona cada teoría.
Desde el gobierno estadounidense aseguran que se presionará a las autoridades chinas para que participen en una investigación transparente. También se instará a los gobiernos afines a los Estados Unidos a que le reclamen a China una investigación "completa, transparente y basada en pruebas" y que proporcione acceso a todos los datos y pruebas relevantes.
La OMS bajo la lupa
Biden también reclamó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) estudios "independientes y transparentes" respecto del origen del Covid-19.
El gobierno de los Estados Unidos había manifestado en febrero su insatisfacción con los resultados preliminares de las investigaciones realizadas a principios de este año por expertos internacionales en Wuhan para buscar el posible origen de la pandemia, y consideró que las autoridades chinas habían ocultado datos a la misión de la OMS. Los expertos indicaron entonces, tras cuatro semanas de trabajo en China, que la hipótesis más probable del origen del nuevo coronavirus era que se había transmitido al ser humano desde animales salvajes a través de a una o más especies que actuaron como intermediarias.
Desde el opositor Partido Republicano y, más concretamente, el expresidente Donald Trump, se insiste en que el Covid-19 se generó en ese laboratorio chino y cargan contra la OMS. Una de las caras visibles contra ese organismo es el senador republicano Marco Rubio, quien en declaraciones a la cadena de televisión estadounidense Fox expresó que la OMS "no es capaz de emprender la investigación necesaria porque, francamente, los chinos no lo permitirán". "Creo que es muy posible que el Gobierno chino, el Partido Comunista en sí, no sepa exactamente lo que sucedió porque no tienen un sistema en el que si estabas en el laboratorio de Wuhan y de alguna manera tuviste un accidente y esto causó el problema, puedas informarlo", subrayó.
En definitiva, el gobierno estadounidense expone a la OMS como un organismo inocente -como mínimo- al cual puede ocultársele información, mientras que la oposición republicana lo señala como directamente incapaz.
Una vez que la pandemia haya sido superada, la OMS será escrutada de manera minuciosa. Además de las incógnitas en torno al origen, quedan dudas a propósito de las demoras para anunciar el inicio de la pandemia. Esos interrogantes están anclados a los cambios en la financiación del organismo. En los últimos años, los aportes financieros chinos a la OMS fueron cubriendo la disminución de los aportes occidentales.
¿Sirve saber el origen de la pandemia?
Por supuesto que si. Porque permitiría conocer la génesis de una las crisis más grandes de nuestro tiempo, permitiría evaluar y entender para prevenir la aparición de nuevas pandemias, y también ofrecería la posibilidad de establecer responsabilidades. Siempre es bueno saber. Pero con información fidedigna.
Lo que no serviría en ningún modo, es construir un “chivo expiatorio”, personificar a un culpable para luego estigmatizarlo y avalar su destrucción. Sucede que la mayor parte del mundo occidental necesita uno para no tener que reconocer la propia imprevisión, lo endeble de los sistemas de salud y la falta de controles. Por su parte, el régimen chino no colabora porque difícilmente compartirá información, lo consideraría un síntoma de debilidad. Y la potencia que aspira a arrebatar a los Estados Unidos la cúspide del poder global no puede mostrar flancos débiles.