Las declaraciones vertidas por el presidente de Unión Luis Spahn a Germán Dellamónica y Alejandro Benito en el programa Informe 1150 marcan un estado de ánimo íntimamente relacionado a una situación inesperada y contradictoria que mueve el corazón hacia el lado de la pasión.
En muchas oportunidades se ha destacado la frialdad del mandamás rojiblanco en momentos de victorias y de festejos demostrando serenidad en el instante del éxito como si su espíritu no estuviera imbuido por la veta pasional. Tratándose de fútbol suena raro pero resalta una forma de ser. Y se debe aceptar.
En esta oportunidad queda demostrado que ante situaciones complejas y que avasallan los sentimientos más íntimos, hasta el más frío de los mortales reacciona y muestra su lado más vehemente y furibundo. Y Spahn, más allá de mantener la autenticidad de sus dichos que siempre son concretos y que no escapan a ninguna pregunta comprometida, exhibió una compostura alejada de su predicada frialdad.
Resulta muy difícil en los archivos deportivos de nuestra ciudad encontrar un presidente de cualquiera de los clubes de Santa Fe que se refiera a su rival públicamente como se expresó el titular rojiblanco.
El campeonato conseguido por Colón, el primero para Santa Fe en la máxima categoría del fútbol argentino, es un detonante muy difícil de eludir por la presión que ejerce sobre el mundo unionista. Y fue receptado por su presidente. A partir de allí sus expresiones tuvieron un sesgo totalmente diferente a sus cuidadosas y racionales respuestas ante cualquier requisitoria anterior.
Al decir que "Colón estuvo acompañado por la suerte" para la obtención de su estrella y que "ello no marca un salto de calidad" en la institución rojinegra delata una visión sesgada y sin raciocinio y marca una frustración de hincha ante el logro de su rival eterno.
¿Se pueden cuestionar sus declaraciones? Desde mi punto de visto de ninguna manera. Porque frente a la libertad individual de "decir lo que se siente" expresó su verdad. Dijo lo que le dictó su corazón unionista. En el terreno de su calidad de presidente quizás encuentre detractores que seguramente no comulgan con sus ideas y aprovechan esta realidad para enrostrarle su "sincericidio".
Es cierto que pudo haber encarado la situación con otras formas, siendo políticamente correcto para no demostrar un desánimo palpable pero las circunstancias lo desbordaron. Dejó de lado la frialdad y su vehemencia demostró que también por sus venas corre la sangre caliente de la pasión futbolera ante un caso difícil de digerir.
Y más allá de las formas dejó en claro una vez más a un Spahn auténtico y sin filtros, aún rechiflao en su tristeza.