El presidente Donald Trump anuncia este miércoles una doble decisión histórica, que, a su vez, puede tener unas consecuencias históricas en el polvorín de Oriente Medio, así como dinamitar cualquier proceso de negociación entre israelíes y palestinos.
Trump reconoce a Jerusalén como capital de Israel y, fruto de esta capitalidad, Estados Unidos ordena al Departamento de Estado que inicie el proceso para trasladar la embajada desde Tel Aviv a esa otra ciudad. Dos en uno y la perspectiva de echar más gasolina al conflicto con un pronunciamiento que, en función de los detalles, disgustará a los dos lados implicados en la disputa.
En una conferencia de prensa telefónica, dos responsables de la diplomacia de EE.UU. remarcaron que esta decisión no debe afectar en absoluto al plan de paz, “la madre de todos los planes de paz” o “el último acuerdo”, siempre a partir de las expresiones del inquilino de la Casa Blanca.
Sin embargo, subrayaron que “se han robustecido todos los despliegues de emergencia para garantizar la seguridad de los oficiales y ciudadanos estadounidense en aquella zona”.
Según estos portavoces, el reconocimiento de Estados Unidos de la capitalidad de Jerusalén significa “un reconocimiento de la realidad histórica de la que es la capital de los judíos y del estado judío”. Pero a su vez, también es un reconocimiento de “la realidad moderna”, por cuanto ahí se ubican el gobierno israelí y sus ministros, los legisladores o el Tribunal Supremo, insistieron.
“La decisión del presidente responde a una promesa electoral, que ya habían realizado presidentes previos”, recalcaron. Trump mantiene el optimismo de que las negociaciones en marcha para el pacto entre los dos contendientes llegue a buen puerto con la solución de los dos estados, “si es lo que quieren ambas partes”, indicaron.