Luis Scola, el último eslabón de la generación dorada, jugo su último partido en la selección Argentina de Basquetbol y nació una leyenda.
Como amante de este deporte simplemente quiero agradecerle su profesionalidad, su caballerosidad dentro y fuera de la cancha, su entrega, su pasión para contagiar y arrastrar a un equipo entero con su entusiasmo.
Desde su debut en 1999, hasta el día de hoy, nadie en la historia consiguió lo que Luis logró. Los números son impresionantes por el lado que se los mire, personalmente siempre me llamó la atención cómo supo reinventarse para seguir jugando al más alto nivel.
En algún momento dijo: “El éxito deportivo es prepararse y vaciarse… es dejar todo por el objetivo”. Hoy, repasando su carrera, podemos decir que honró cada segundo vivido dentro de una cancha de básquetbol.
En los pasillos del estadio de Tokio, fiel a sus principios, a sus valores y a su coherencia dijo “me voy en paz” y todos sabíamos de qué hablaba.
Ojalá que pueda seguir vinculado a nuestro deporte, como dirigente o en el rol que se sienta más cómodo y útil.
De lo que si estoy seguro es que costará encontrar un emblema con su conducta y liderazgo.
*El autor es entrenador argentino de básquetbol