— Gustavo Castro
Hace poco menos de un año, se publicó en este espacio un análisis sobre un documento firmado por dirigentes de casi todo el arco político (salvo el kirchnerismo) en donde se promocionaba al sistema electoral vigente en la provincia de Santa Fe como la vía para rescatar a la democracia del voto de papel tradicional, presunto germen de clientelismo y negocios espurios.
Aquella columna se tituló Zonceras sobre la Boleta Única (link), en uso del y homenaje al brillante concepto de Arturo Jauretche sobre ciertos mitos y prejuicios de la política argentina. Ahora, en medio de una ofensiva lanzada por un heterogéneo conglomerado opositor para instaurar ese sistema a nivel nacional, es necesario revisar nuevamente la argumentación para evitar caer en falsas premisas que conducen a diagnósticos erróneos y finalmente malas decisiones.
Hay una afirmación o sugerencia que se suele hacer cuando se discute sobre este tema: con la boleta de papel clásica hay fraude electoral. Por ejemplo, el diputado nacional y presidente del PRO santafesino, Federico Angelini, tuiteó la semana pasada: “A pesar de que 116 diputados del kirchnerismo votaron en contra de la #BoletaÚnica, en contra de la transparencia democrática, del ahorro de dinero y de la sustentabilidad; el proyecto se va a tratar en comisiones. BASTA de trampas en Argentina”.
Los resultados de las elecciones nacionales desde 1983 hasta aquí controvierten la sentencia del legislador rosarino de Juntos por el Cambio. La primera elección desde la vuelta de la democracia la ganó el radical Raúl Alfonsín. Le siguió el justicialista Carlos Menem en dos oportunidades. Luego triunfo Fernando de la Rúa, de la UCR. A continuación, los 12 años de Néstor Kirchner y Cristina Fernández. En 2015, y por un margen exiguo, el partido de Angelini llegó al gobierno de la mano de su líder, Mauricio Macri. Cuatro años después debió dejarlo, tras perder en primera vuelta con Alberto Fernández. ¿Cómo sería posible el presunto fraude permanente con semejante alternancia?
El revoleo de acusaciones se dirige habitualmente hacia el PJ bonaerense, especialmente el del conurbano, al que se lo presenta como un monstruo clientelar, corrupto y fraudulento que devora los recursos de la Argentina productiva, sin advertir que sólo La Matanza aporta el mismo PBI industrial que toda la provincia de Santa Fe. La supuesta prueba de ello es la hegemonía justicialista en ese territorio desde la vuelta de la democracia. Vale mencionar, como contracara, dos ejemplos: el radical Alejandro Armendáriz le ganó la gobernación en 1983 nada menos que a Herminio Iglesias y la macrista María Eugenia Vidal, ex vicejefa del gobierno porteño, hizo lo propio en 2015 frente a Aníbal Fernández. Pero hay otros casos, muy notables, que se olvidan por no tratarse de elecciones ejecutivas: Graciela Fernández Meijide triunfó en 1997 frente a Hilda “Chiche” Duhalde y Francisco De Narváez derrotó a Néstor Kirchner en 2009. Va otra vez: Fernández Meijide y Alica Alicate le ganaron a Chiche Duhalde y a Néstor Kirchner. ¿El problema entonces es que hay fraude o que la mayoría de las veces el peronismo saca más votos?
Como contracara, Santa Fe es mostrada como ejemplo de lo que se debe hacer. Esa propaganda la encabeza el CIPPEC (Centro de Implementación de Políticas Públicas), la famosa ONG que reúne año tras año en sus cenas a lo más granado del Círculo Rojo. Esa institución realizó varios trabajos de promoción y capacitación sobre este sistema electoral en nuestra provincia, además de investigaciones y análisis sobre otros tópicos, como el Plan Abre. Todo con fondeo público, claro. Pero lo cierto es que el primer gobernador socialista de la historia argentina, Hermes Binner, llegó a la Casa Gris en 2007 con la boleta tradicional, en comicios realizados sin mácula alguna, pese a que en la previa se habían agitado fantasmas e incluso reclamado la presencia de observadores internacionales. En las siguientes elecciones, ya con Boleta Única, sí hubo denuncias de fraude. Sólo mediáticas, por supuesto, igual que que todas las otras. Miguel del Sel fue el protagonista, tras caer derrotado por una pequeña diferencia frente a Antonio Bonfatti. ¿Es el mecanismo electoral o es la práctica política?
Hay argumentaciones en favor de la Boleta Única que son aún más curiosas. Para contradecir el sesgo farandulizador del actual sistema santafesino, la diputada nacional y ex intendenta de Rosario Mónica Fein recordó que “con el voto de papel Santa Fe tuvo un gobernador como Reutemann, que venía del automovilismo”. Es cierto pero descontextualizado: el ex corredor accedió en 1991 a la Casa Gris gracias a la ley de lemas, ya que el candidato más votado en aquella oportunidad fue Horacio Usandizaga. Y en 1999, los mismos contendientes se volvieron a enfrentar, pero con un abrumador resultado inverso: el ex piloto de F1 obtuvo casi 900 mil sufragios.
Como sea, está claro que el fenómeno de “los famosos” en la política no excluye al sistema tradicional, pero sí es evidente que la boleta única lo refuerza. Es sintomático, en cualquiera de los casos, que en la provincia de Santa Fe los dos candidatos a senador más votados hayan sido figuras provenientes de la televisión: Carolina Losada y Marcelo Lewandowski. Que el intendente de la ciudad capital, Emilio Jatón, tenga ese mismo origen. Y que los cuatro postulantes a concejal de Rosario que mayor cantidad de sufragios obtuvieron en 2021 también hayan salido de la pantalla chica: Ciro Seisas, Lisandro Cavatorta, Anita Martínez y Miguel Tessandori.
En este contexto, los partidos tradicionales, que cuentan con fuerte despliegue territorial, corren el riesgo de pegarse un tiro en los pies, al nivel del respaldo de Usandizaga a la ley de Lemas. Adviértase que no se está hablando aquí sólo del peronismo. Y no es casualidad.
El economista radical Pablo Olivares, ex secretario de Finanzas con Miguel Lifschitz y funcionario de los tres gobiernos del Frente Progresista, alertó en su cuenta de Twitter: “Boleta única en sistema electoral nacional y efectos colaterales: 1-Más poder al AMBA 2-Ventaja para las celebrities 3-El poder de los medios nacionales 4-Mayor debilidad de los partidos políticos y devaluación de la densidad territorial. 5- No es garantía de transparencia”.
En ese mismo sentido, indicó que “para los candidatos nacionales tendrá más valor la presencia en medios nacionales y menos valor la presencia y compromiso territorial en el interior”, “lo cual devaluará aún más el sistema de partidos políticos. Pero, dentro de esa devaluación, sacarán ventaja los partidos con mayor presencia relativa en el AMBA respecto de aquellos partidos con presencia en todo el territorio nacional”. “Eso impactará dentro de las coaliciones conformadas por partidos de mayor peso en el AMBA (ej. PRO) y partidos nacionales (ej. UCR) en favor de los primeros.
En una PASO nacional el partido con candidato del AMBA tendrá ventaja sobre el partido con candidato del interior”, aseveró. Y finalmente sentenció: “la boleta única a nivel nacional será un regalo del cielo para Milei. Aumentará sus chances de ser el opositor que entre al balotaje prescindiendo de los partidos principales de la oposición para luego fagocitarse una parte de cada uno de ellos”.
Un verdadero cucurucho en la frente.